viernes, 12 de junio de 2009

2012 y el primer día de escuela.



Encuentro mucho significado en esta escena que, personalmente, aplico de forma muy positiva para el 2012.
Es una corazonada, una sensación que siento... y que la represento complemente con esta película, en concreto con esta escena sin igual.

La humanidad va a aprender muchas cosas......

Explicación de la secuencia: los extraterrestres nos enseñan a hablar con ellos. "Es el primer día de clase", somos bebés... que hemos aprendido a caminar, ahora tenemos que expresarnos... Es el siguiente paso. Nos tropezamos mucho al caminar, nos hacemos daño continuamente, ahora tenemos que hablar y escuchar para corregir eso. Es mi visión positiva de todo esto, algo va a cambiar y descubriremos cosas inimaginables....

martes, 9 de junio de 2009

6º parte - No tengo lápiz

18 de mayo – tarde

No puedo seguir hablándoos de ayer, me es completamente imposible pasar por alto lo que está sucediendo... ¡joder! Oh dios... joder, joder!!! ¡El sonido de los disparos es tan ensordecedor que me van a estallar los tímpanos! ¡Toda la casa está patas arriba y temblando! ¡Hay... joder, hay como una compañía entera de soldados ahí fuera con un blindado disparando justo en frente de nuestro bloque, por toda la carretera llegan miles de infectados, zombies que vienen de la ciudad en oleadas!
Ocurrió hace un momento, el proyectil de un Leopard español impactó en una de las casas en frente de nosotros... ¡¡Esto es una completa pesadilla!! ¡Las ventanas están rotas, todos estamos tirados en el suelo! ¡Oigo rugidos por todas partes y los militares siguen disparando! ¡Dios! ¡Debe haber muchísima gente infectada ahí fuera! ¡Un momento, un momento! ¡Creo que los soldados han entrado en la parcela! Me incorporo con Diego para acercarme a la ventana de la habitación de Alber... ¡está hecha añicos! ¡Sí! ¡Joder, sí! ¡Están entrando, están entrando militares que disparan reculando, abren fuego contra decenas de infectados que saltan y corren hacia ellos! ¡Se están acumulando un montón de cadáveres! ¡Dios, dios, dios! ¡Pero cuánta sangre, me cago en la puta! ¡Esto es demasiado! ¡No puede estar... oh joder joder...! ¡Acabo de ver un niño infectado al que le han reventando los sesos...! ¡Hay muchísimos más! Un militar ha agotado la munición y...! ¡está llamando a los portales! ¡Dios mío, se están replegando! ¡Oigo como piden ayuda! ¡Están viniendo más infectados! ¡Debe haber más de cien cuerpos en el suelo...! ¿¡Qué barbarie es esta?! ¡Esperad...! Veo algo más... al otro lado llegan refuerzos... ¡Oh mierda! ¡Han atrapado a un soldado! ¡No, a dos! ¡Los están devorando, joder! ¡Los están...! Un momento, acaba de llegar Alber. Dice que han llamado al portal los soldados y que les ha abierto.
¡¡¡MIERDA!!! ¡¡¡MIERDA!!! Han tirado una granada cerca de la pista de padel!! ¡Joder...! Tengo un pitido en los oídos... Hemos caído todos al suelo y ha entrado mucho polvo por la ventana... Intento incorporarme, todo me da vueltas... el sonido se incrementa... A duras penas consigo levantarme y avanzo por el pasillo que da a la puerta de casa.
- ¡Abran! ¡Abran! – se escucha al otro lado. Están aporreando la puerta. Siento que los infectados están en el edificio. Los disparos se han detenido... esperad, tengo... tengo sangre, un hilillo de sangre me baja desde la frente...


Son las seis y... veintitrés de la tarde del 18 de mayo. La madre de Alberto me ha puesto una venda en la cabeza, por lo visto me hice un corte cuando explotó la granada. Han pasado más o menos veinte minutos desde que llegó el ejército pegando tiros a esas cosas, ahora todo está más o menos en calma y los disparos vuelve a estar en la lejanía, sólo que ahora son considerablemente menos, mal presagio. De todas formas, ojalá fuera ese el único sonido... Había otro mucho más aterrador y espeluznante. En la parcela, en la calle, por las escaleras del bloque, oímos los gemidos y rugidos de los infectados. Oficialmente estamos rodeados por el virus, mano a mano... cara a cara. La situación que tantas veces temí, que tantas veces imaginé, por fin ha llegado. Si salía por esa puerta me toparía con unos zombies hambrientos, rápidos y feroces, que me asesinarían al instante. No sabría decir con exactitud cuántos hay ahí fuera, pero calculo que no más de cien. Sólo con echar un vistazo la cantidad de cuerpos en la parcela te haces una idea. Buf... pero qué dantesco, parece una foto del holocausto nazi: decenas de cadáveres bañados en sangre desde la entrada hasta nuestro portal y el de enfrente. Hay algunas cosas que no puedo describir, pero bastará con insinuar los efectos que provocan en un cuerpo humano una granada de fragmentación... ¿verdad? También hay cuerpos de militares muertos, pero lo más acojonante... algunos son infectados... ¡Se han transformado! Las cosas que están sucediendo son tan horripilantes que me están pasando factura. No soy capaz de lamentarme ni de llorar más... agoté todas mis lágrimas anoche. El tanque se ha pirado y no hay más soldados en la calle, sólo veo zombies, aunque son pocos. Caminan entre los cuerpos medio agilipollados. Vistos de lejos parecen inofensivos. Detengo mi mirada en algunas de las armas que los soldados han dejado en el suelo. No estaría mal pillar alguna...

Hablando del rey de Roma, tenemos nuevos inquilinos en casa: el cabo Ramírez y el soldado La Piedra. Sabemos que sus compañeros se han refugiado en varios pisos, incapaces de contener la horda que venía de la ciudad hasta aquí.
Hemos hablado con ellos. Les hemos pedido información y el cabo nos la ha dado encantado en agradecimiento a nuestra hospitalidad:

- Muy mal, la cosa está muy mal... – decía Pablo, Pablo Ramírez.
- ¿Cómo de mal...? – le preguntó Diego.
- Nos desplegaron ayer en Plaza Madrid, tres compañías. Hemos estado retrocediendo calle por calle con muchísimas bajas. El punto de encuentro de la acorazada era el polígono...
- ¿Se estaban retirando? – preguntó la madre de Alberto.
- Así es. Se supone que el Capitán Roque nos está esperando allí con la octava, pero...
- Señor, no deberíamos... – interrumpió el soldado. Entendí sus palabras, un militar no puede desvelar información de ese tipo a un civil.
- ¡Al carajo, La Piedra! ¡Estas personas nos han acogido, que le den por culo a la cadena de mando! ¡¿me oyes?! – replicó el cabo. Éste un hombre de unos treinta y tantos años, con barba y cejas pobladas. Parece el típico soldado bonachón del ejército, se nota que es buena gente. Su equipo es impresionante: nunca había visto a un soldado armado y preparado en combate real. Su arma impone respeto. – Supongo que intuís que esto es información clasificada. Por desgracia, nuestro teniente ha muerto y esos hijos de puta han cortado nuestras líneas.... – el cabo bajó la mirada. – Estamos solos...
- ¿Qué sabe de la infección? – pregunté tajante. Mi espíritu periodístico salió a relucir con exigencia notable. No me apetecía escuchar los lamentos de un pavo con automática. Sabía que el ejército tenía mucha más información que el poder civil, y la quería saber.
- ¿Pueden darme un vaso de agua, antes? Por favor... – la abuela se levantó de golpe. Es una anciana muy hospitalaria. Cuando el cabo terminó de beber, apoyó su arma contra el mueble de fregadero y se acomodó en la silla. Se quitó el casco y desabrochó su chaleco (supongo que ahí lleva la munición). Aquellos segundos de silencio parecían los del inicio de una larga historia, y estaban acompañados por los disparos de la ciudad.
- Sólo soy un simple cabo, no lo sé todo, ¿vale? Pero...
- Por favor, al grano. – corté. Spynk me observó. Todos intuyeron que estaba hasta las narices de cualquiera rodeo, bastante había tenido que soportar en la tele.
- Vale, chico, vale... – el cabo no se enfadó, para mi sorpresa. Conocía de sobra el genio del ejército, pero su respuesta me gratificó. – Se confirmaron casos de gente infectada en España hace bastantes días. – la cara de todos fue un cuadro. – Lo que hayáis podido oír por televisión es falso. El gobierno untó a los medios para no provocar el caos general. – se oyó una explosión lejana. – A lo mejor ya sabéis que China ya tenía el virus mucho antes de lo de Houston, ¿verdad?
- Sí. – respondí con impaciencia.
- Pues bien... llegados a estas alturas es absurdo ocultarlo... – se dijo. El cabo se tocó la frente y suspiró. – En realidad, el virus ha estado por todo el mundo desde el principio. Lo que pasa es que Houston fue la primera en caer en lo que llamamos “PB”. Significa “Plan de exterminio masivo ante una catástrofe biológica”. El protocolo es sencillo: primero se trata de evacuar a los civiles a zonas seguras. – Ramírez levantó un dedo. – Si eso no resulta, dada la rapidez del contagio, se pasa a la contención del virus. – levantó un segundo dedo. - Esto es aislar y exterminar a los sujetos infectados, ya sean animales o personas. En este caso, resulta más que obvio que los infectados deben ser eliminados...
- Y el tercero es el exterminio total... – concluí.
- Algo así, chico. Pero no hablamos de destrucción indiscriminada, las leyes internacionales lo prohíben tajantemente. Si la contención no funciona, el ejército tiene luz verde para “fumigar” las zonas negras. A Grosso modo, misiles tácticos de enorme potencia, pero precisos, destinados a barrer áreas concretas. Estados Unidos fue el primero en utilizar esta táctica en pleno centro de Houston. Ya los usó en Irak y Afganistán. La noticia saltó como un “ataque terrorista”, “escape de gas”, ya lo sabréis.
- Pero entonces, ¿cuándo apareció el virus? ¿cómo?
- Hay rumores que circulan entre la tropa y los oficiales, tampoco nos han dicho mucho. Se cree que la infección pudo venir de África hacia México y, poco después, afectó a Oriente Próximo y China. México fue sin duda el primer país en caer.
- ¿¡Cuándo llegó a España?! – Pregunté. De nuevo se hizo el silencio, sólo roto por los gemidos de los infectados.
- El mando nos alertó de brotes en Valladolid hace cuatro días, más o menos...
- ¿Cuatro días...? – preguntó Spynk. - ¡Eso fue el día catorce! - Aquella era la noticia más flipante que había oído en toda mi vida. Nosotros paseando por el centro de Valladolid hace dos días y la infección ya había llegado. El odio, la rabia sobre mi gobierno y toda la puta esfera social de la alta clase empezó a enervar mi corazón. Coño, jamás me había sentido tan comunista como en esos momentos.
- ¡¿¡Y qué cojones somos los civiles?!? ¡Los trabajadores! ¡¿Puto ganado?! ¡¿Por qué no se dijo nada?! ¡Había gente paseando con su familia en pleno centro de la ciudad! ¡¡Confiaba en su ejército, en su gobierno...!!
- Mira, chaval, ¿querías información no? ¡Pues ya la tienes! ¡Además, se decretó el toque de queda y ordenó que nadie saliera de sus casas!
- ¡¿Por qué no empezasteis a evacuar las ciudades?! ¿¡A qué esperabais?!
- ¡Los brotes eran reducidos! ¡Se pensaba que se podrían contener!
- ¡¡Y UNA MIERDA!! ¿¡Contener a decenas de miles de monstruos?! ¿¡En qué cabeza cabe que no alerte a la población?!
- ¡¡YO SÓLO SOY UN CABO, NIÑO!! – típica respuesta de un militar. Lavándose las manos. Diego me hizo un gesto con la mano para que me calmara, no había que olvidar que ellos estaban armados y nosotros sólo éramos ratones escondidos en la madriguera. Nos ocultábamos de los zombies, mientras que ellos los combatían desde hace días. Me senté a pensar.
- El capitán Roque vendrá con refuerzos desde Palencia. – añadió el soldado que estaba a su lado. – Dicen que han conseguido frenarlos hasta ahora...
- ¿Cómo se mata a un infectado...? – preguntó Xhartas para calmar el ambiente.
- Por lo que sabemos, un sujeto con el virus carece de riego sanguíneo. A efectos médicos, su cuerpo está muerto, pero su mente sigue funcionando a ritmos anormales. Con un disparo en la cabeza es suficiente, pero hay algunos que siguen moviéndose si no se les revienta el cerebro. – explicó La Piedra. La madre de Alberto arrugó la frente asqueada.
- ¿Conocéis la teoría que dice que una madre podría levantar un camión con sus propias manos si viera a su hijo bajo él? – preguntó Ramírez, todos asentimos. – La mente de estos cabrones funciona igual, su cuerpo se mueve a través de impulsos eléctricos de gran potencia procedentes de su cerebro. Aunque no les llegue sangre a la cabeza, éstos continúan moviéndose por una actividad sobre medida del cerebro, movida sólo por el impulso básico de alimentarse.
- ¿Y no se atacan entre ellos? – pregunté.
- Sólo comen carne fresca y sana, al menos hasta ahora.
- ¿Son inteligentes? – preguntó esta vez Diego.
- En absoluto. Atacan todo lo que se mueve sin pensar. No actúan en grupo, no se comunican y carecen de miedo. Son bestias, sin más, no hay otra palabra que lo describa.

Estuvimos como otro cuarto de hora más hablando con los soldados. Otro dato interesante fue que los infectados tienen especial predilección por la carne humana, aunque no dudan en atacar un animal si lo ven. La infección no afecta a éstos últimos, o al menos no se han comprobado casos que así lo confirmen. Después de la charla, los militares se tomaron un pequeño descanso e intentaron dormir. Parece que pretenden sumarse a un batallón en el polígono, por lo que quizás se vayan pronto, pero, ¿cómo se iban a marchar? Los infectados de fuera no parecen tener intenciones de irse, más bien parece que saben que estamos aquí y se mantienen a la espera, quizás no sean tan tontos después de todo.

Pasamos el resto del día recogiendo los cristales rotos y limpiando el polvo de la habitación. En los ratos libres me dediqué a escribir e intentar ver la tele, pero ya ni los canales privados funcionan. Internet aún sigue resistiendo, aunque cada vez nos cuesta más conectarnos. Estuvimos media hora para cargar un vídeo de dos minutos de una cámara casera en Berlín. Muestra a un grupo de supervivientes grabando desde la ventana una plaza infestada de infectados, joder... Mi esperanza poco a poco se va haciendo añicos, es muy probable que no vuelva a ver a mis padres, y más aún tras comprobar que el ejército las está pasando putas para erradicar este problema. ¿Quién nos matará antes? ¿Los infectados o un misil táctico? Ahora en mi cabeza resuena una única palabra: resistir. Otra cosa, no hay noticias de Estados Unidos ni de México ni de ningún país americano. El continente para haber desaparecido de la faz de la Tierra.

El sol empieza a ocultarse, vamos a cenar. El menú está compuesto por un rico sándwich de queso y vasito de agua mineral, ñam ñam. Mi estomago está hambriento, joder...




19 de mayo de 2009.

Son las siete de la tarde y los zombies siguen pululando por aquí abajo y el edificio. He pasado una noche malísima. Es literalmente imposible lograr conciliar el sueño con los gemidos de los infectados. Son tan espeluznantes que le dejan a uno los huevos de corbata. Por cierto, la luz eléctrica empieza a fallar cada vez con más frecuencia. Hemos decidido no encender más el ordenador y utilizar la electricidad para el frigorífico, que hará mucha falta. También hemos preparado cubitos de hielo, muchísimos cubitos de hielo de agua embotellada, para cuando la corriente se vaya por completo: el alimento es lo primero. Ah, y usamos agua en botella porque no nos fiamos ni un pelo de la del grifo. Cualquier cosa que venga del exterior corre peligro de estar infectado, además que tampoco sabemos el estado de las centrales que suministran agua potable, a saber como está eso.
Desayunamos un vaso de leche, aún más pequeño si cabe que el de siempre (debido a que ahora somos más). Hablando de los soldados, he estado con el soldado La Piedra, aunque prefiere que le llame Pepe, y me ha enseñado todo su equipamiento, sobretodo su arma. Es un fusil de asalto G36, de manufacturación alemana para el ejército español (tengo la impresión se haber usado esa arma en el Battlefield Bad Company y Spynk también lo ha reconocido). El soldado nos estuvo explicando un buen rato su funcionamiento, incluso nos dejó cogerla (sorprendentemente no pesa mucho).

- El G36 lleva un sistema óptico de puntería de 1,5 aumentos, muy cómodo, integrado en el asa, una característica que ha "aprendido" del FAMAS y del AUG y que ahora casi todo fusil posee, debido a su practicidad. – el tío nos hablaba como un verdadero fan de las armas y al ver que le prestábamos atención él seguía y seguía. Lo cierto es que me interesaba mucho por varias razones, una de ellas ya os la imaginaréis, aunque suene a fantasmada. - Este vendría siendo el G36E, es el modelo básico.

Por desgracia, la charla fue interrumpida por el cabo. Por lo visto estaba hablando por radio. ¿Habían contactado con sus compañeros? No lo sabemos.

A eso de las dos de la tarde, decidimos echar una ojeada rápida a Internet, más por costumbre que otra cosa. Nos llevó mucho tiempo abrir el buscador de Google, muchísimo. Lo único de lo que nos pudimos enterar, fue del lanzamiento de varios misiles nucleares rusos y chinos... la cosa empezaba a pintar fea por otro frente.

- Ellos nunca lanzarían un ataque nuclear sobre suelo europeo. – nos calmó Ramírez. – En su propia casa, dadas las circunstancias, pueden hacer lo que quieran, pero tranquilos, aquí jamás ocurrirá tal cosa.

Pasó el tiempo. Yo encontré un hobbie de estudio que considero crucial para mi situación. Decidí acercarme a una de las ventanas para observar a los infectados con más detenimiento, y este es mi veredicto:

La persona infectada se mueve como con convulsiones. Sufre de lo que, parece, un problema de coordinación cuando se encuentra en calma. De vez en cuando le dan tics nerviosos en la cabeza y se gira de golpe, mira a los lados, y vuelve a la normalidad. Lo más importante es que reaccionan extraordinariamente a cualquier indicio de movimiento o sonido. Por ejemplo, hace un momento presencié como un trozo de piedra se desprendía del muro de la pistal de padel (debido al impacto de la granada) y los infectados se acercaron rápidamente a ver qué era. Por cierto, creo que me estoy acostumbrando al gore realista, porque las cosas que estoy viendo asomado a la ventana revuelven a cualquier el estómago.
Hay un infectado con medio brazo y parte del pecho devorado (dantesco). Otro tiene la mandíbula desencajada y causa bastante pavor. Por otro lado, hay algunos que no presentan signos de haber sido atacados, pero si te fijas bien tienen un brazo o una pierna lastimados por alguna mordedura.
Por último, tenemos un fenómeno propio de la naturaleza: empieza a oler realmente mal en la parcela por culpa de los cuerpos. Para más INRI, estamos casi primavera y el sol da de lleno a los fallecidos... ya os imaginaréis la cantidad de moscas que hay por aquí. Y eso me ha preocupado mucho, bastante. Si alguna mosca que se cuela en casa y, por alguna razón, ¿nos contagia? Puede sonar hipocondríaco, pero desde que vi “28 días después” (cuando el padre se infecta porque el cuervo deja caer una gota de sangre en su ojo) siempre he pensado que un virus de ese calibre no sólo se propaga por culpa de los infectados.
La madre de Alberto ha comprendido la situación, y hemos decidido bajar las piernas y taparlas con las cortinas, dejando únicamente las rejillas para que pase luz. No sé yo si eso será suficiente. El problema es que me quedo sin vez zombies...

Os habréis dado cuenta de que trato de no pensar en mis padres, en mi familia o amigos (Jacobo, Borja, Cristina, Miguel...) Bueno, prefiero no pensar, ¿sabéis? Pensar es malo. No voy a darle más vueltas, no debo... porque si lo hago... Vale, olvidémoslo.

¿Cosas que se salgan de lo común o que nos hayan asustado? Bueno, hay varias. La primera ocurrió justo antes de comer, una explosión (de otras tantas que ya habré escuchado) lejana, supongo que en la ciudad. Aquello dio pie a una conversación: si no había bomberos, ¿cómo apagarían los incendios? La respuesta fue evidente para todos, no se apagaría... Tras eso, silencio. Creo que todos seguimos pensando en nuestros seres queridos, y el día en que eso no ocurra (y que trato de que así sea) quizás podamos sonreír en medio del fin del mundo por lo afortunados que somos de poder seguir bajo un techo y comiendo pan con lechuga y un trozo de fruta (más bien, trozo de media fruta compartida).
La segunda fue una hora después de comer, mientras bajábamos las cortinas y poníamos grapas para “tapar” completamente las ventanas. Escuchamos golpes en nuestro edificio, probablemente de algún vecino. Todos corrimos a ver lo que pasaba por la mirilla de la puerta, pero los soldados se interpusieron raudos para “protegernos” (se las dieron un poco de chulitos). En nuestro piso no era, debía ser el de abajo porque el sonido provenía de allí. Oíamos claramente los gritos de una mujer que parecía estar huyendo, diablos... ¿había abierto la puerta o qué? Pero entonces nos dimos cuenta. La mujer seguía en la casa y estaba huyendo de algo en su interior, por ese motivo salió de su hogar y acto seguido la atacaron los infectados del edificio.
Los gritos de agonía eran totalmente agonizantes... Escuchar a una mujer, que parecía joven, gritar desesperada mientras unos monstruos la mordían... pidiendo ayuda... pidiendo ayuda... Fue tan fuerte que la madre de Alberto se desmayó y tuvimos que asistirla (y eso que nosotros estábamos en shock). Los soldados nos ayudaron, parece que a ellos ni les afectó, y la tumbamos en el sofá hasta que por fin despertó. Minutos después, Diego de acercó a mí y me pidió hablar a solas, parecía algo serio. Entramos en la habitación y Diego rompió a llorar delante de mí. Yo no hice nada, sólo me quedé allí mirándolo... lloraba y lloraba. Lo que acaba de ocurrir, los gritos de aquella pobre mujer... Habían pasado muchas cosas, pero creedme, escuchar como alguien muere rogando ayuda y sin que nadie la haga caso... ¿os hacéis una idea de lo que se debe sentir cuando escuchas un brutal asesinato y tu te quedas inmóvil por miedo a tu vida? La culpabilidad te desborda, te consume y, en ese momento, piensas... ¿y si fuera yo...?

- ¿Qué vamos a hacer, Cris...? – me preguntó entre sollozos. No contesté, no podía...Sólo era una persona más encerrado en el infierno...

Lo tercero que pasó tiene como protagonista a un coche, mejor dicho, varios coches. Un convoy de vehículos turismo recorriendo a gran velocidad la carretera. Claramente, eran personas lo suficientemente valientes para fugarse, pero no les salió muy bien. Se toparon con un varios infectados que se lanzaron sobre el capó y la luna como kamikazes. En las películas las personas salen volando y el coche sigue intacto, pero el impacto de un cuerpo de 60 a 90 kilos sobre un automóvil a gran velocidad no es algo que un volante pase por algo. Habría que tener los brazos de acero y un vehículo muy resistente para pasar por alto tal acometida, y no era el caso. Dos de los coches atacados perdieron el control y derraparon hasta dar una vuelta de campana. El primero dio incluso varias vueltas (normal, iban a 120 por lo menos) y acabó en el pinar de enfrente, poco visible desde aquí. El tercer y último coche siguió su rumbo y se alejó. En cuanto a los accidentados, en fin... tuve que dejar de mirar en el momento que vi a unos veinte o treinta infectados abalanzarse sobre los conductores (que seguramente se encontraban atrapados ahí.........) Joder......

Bajamos la persiana de nuevo y nos sentamos. Voy a contaros una cosa al respecto de los habitantes de esta casa. Los acontecimientos tan terribles, así como la situación tan desesperada y agobiante, nos está “cambiando”. Alberto, por ejemplo, ya no es tan vivo e infantil... está todo el día serio, callado, y salta borde con casi cualquier cosa. Spynk parece uno de estos niños autistas que de vez en cuando le da por columpiarse sobre sí mismo. Creedme que da mucho miedo y alguna que otra vez le hemos llamado la atención, a lo que responde con un “¿qué...qué?”. Xhartas suele inclinar la cabeza y taparse la cara. Creo que es el más llora de todos nosotros, porque constantemente le vemos limpiarse los ojos. Diego se hace el duro. Intuyo que hoy rompió a llorar conmigo porque no aguantaba más (fue un detalle que lo hiciera conmigo delante, siento que necesitaba a alguien para hacerlo).
Y yo... bueno... me entran ataques de ansiedad y mis uñas están destrozadas de tanto mordérmelas. Me siento cansado, me duele la espalda. Más bien me duele todo, como si estuviese griposo y tengo cambios de humor repentinos, sobretodo cuando escribo...

Está claro que nos vamos a volver locos...

domingo, 7 de junio de 2009

Silvio Berlusconni y los cereales mágicos


Voy a deciros y contaros que yo de mayor quiero ser como Berlusconni. Ese tío sí que se lo monta bien, es todo un profesional. El Silvio saca el perote a las lindas mujeres, a las menores, a las senadoras; le da igual todo: es el Primer Ministro de Italia.

No importa: una orgía, unos porretes, yo me río de todos, "muahaha como lo molo". Yo empiezo a preocuparme seriamente sobre la salud mental de los italianos. Yo creo que los habitantes del que fue el mayor imperio sobre Europa desayunan estupefacientes que les insertan mensajes subliminales en el cerebro: "vota a Berlusconni".
Esos cereales llevan implementadas imágenes que sustituyen la chorra del dirigente por un ramo de flores, cumpleaños con menores por gabinetes políticos y porculaciones parlamentarias por apretones de manos.

Si Hitler hubiera echado mano a esos increíbles cereales, el mundo pensaría que el holocausto fue un capítulo de "Cosas de casa" donde Steve Urkell muere.

¡Que alguien me explique la fórmula de este figura para que su prestigio siga intacto! Y por favor, obviar lo de estado dictatorial y policial... todo el mundo sabe que, en realidad, son camiones repartiendo jugosos helados al pueblo. Éste come los helados demasiado deprisa y le entra dolor de cabeza.

"Wake up, Kira..."
"Silvio has you..."


Silvio Berlusconni - versión pixel mágico - y el palo de la risa.
Fuente: www.elpais.com

jueves, 4 de junio de 2009

5º parte - No tengo lápiz

18 de mayo – amanecer

Nadie en esta casa ha podido pegar ojo. Estoy en la habitación, con Diego y el anfitrión de la casa, escribiendo en un cuaderno, ya que la corriente eléctrica se ha cortado; van y vienen apagones... me temo que las centrales eléctricas están fallando y los edificios tiran de las reservas.

El sonido de disparos aún no ha cesado, y de vez en cuando se oyen explosiones. Granadas, mortero, proyectiles... a saber. A estas alturas todo me parece desesperado, sin salida, sin solución...

No voy a permitir que esto me supere, no voy a perder la cordura. Estoy aquí con mis amigos y resistiré hasta que esto acabe, porque estoy seguro de que acabará. Por muy hostiles que los sujetos infectados se vuelvan, no tienen nada que hacer contra un ejército avanzado y organizado. Estoy seguro de que Estados Unidos está recuperando la normalidad... por muchos millones de muertos que hallan, la humanidad siempre acaba superando cualquier adversidad. La historia nos lo ha demostrado, miles de años de evolución nos amparan... estoy temblando... Joder, he roto la punta del lápiz. Necesito unos segundos...

Perdonad. Cada dos por tres me entran ataques de ansiedad. Diego me ha agarrado por los hombros y me ha gritado que me calme, que respire hondo... Ahora estoy mejor. Anoche estuve hablando de cómo hace casi dos días nos atacaron en Plaza España y llegué aquí. Antes de seguir con el día de ayer, me gustaría hacer balance de la situación. Veamos:

No hay señal de televisión en ningún canal, en ningún canal público. Esto es muy chistoso: resulta que los canales privados de Ono siguen funcionado, para troncharse. Estuvimos varias horas en el salón de Alberto viendo todo tipo de canales. En la mayoría siguen su programación habitual, como si hubieran dejado varias cintas que se repiten sin cesar.
En la Fox ponen vídeos de infectados que asolan calles metropolitanas de diferentes países, parecía un disco rayado. En todo el mundo se repite la misma escena: ejército y policía dándolo todo contra una multitud de esas cosas correteando como locos, puta mierda... ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Luego, de vez en cuando, muestran grabaciones de algún “experto” hablando de la infección. Había un científico diciendo que los infectados necesitan comer carne fresca... ¡¿no me digas?! ¡Jamás lo habría sabido! Por lo menos, también reveló un dato importante: si un infectado te muerde, obviamente su saliva se mezcla con tu sangre, y te contagia el virus. El tiempo de incubación varía de una persona a otra, pero se estima en aproximadamente una hora. Si mueres en un ataque, en teoría, tu cuerpo reacciona al virus y te convierte igualmente en uno de ellos. Entonces, ¿hablamos definitivamente de zombies? Zombies, muertos vivientes... No han querido llamarlo así, sino más bien un “impulso neurológico independiente”, esto es que el cerebro funciona a niveles desenfrenados de tal forma que convierte al cuerpo en un autómata que necesita alimentarse, el corazón no funciona.

Por cierto, anoche no lo dije, pero el padre de Alberto no está entre nosotros. Su madre dijo que fue a buscarle ante ayer, por lo visto no le hizo gracia la ausencia de su hijo durante tanto tiempo. Eso me hizo pensar si mi padre hizo lo mismo aquel día, pero ahora ya sé que no, ya hablaré de eso. Mientras tanto, el pobre Alberto está destrozado... Si su padre salió el 16 y aún no ha vuelto... Nadie lo dice, pero todos lo sabemos. Es por eso que en esta casa se respira una depresión irrespirable, qué panorama.

Más cosas, el mundo exterior. Anoche estuve con Xhartas mirando por la ventana que da a la parcela, no se ve a nadie, ni un alma. Tampoco se ve nada en la ventana que da a la carretera. Si es que ver no se ve nada, pero oír se oye demasiado. Supongo que sabéis que cuando se tiene miedo o se quiere escuchar algo con mucha atención, tu sentido del oído se potencia una barbaridad, ¿cierto? Pues tal es así que éramos capaces de percibir los gritos de la gente entre los disparos, incluso de los infectados... Quizás eran imaginaciones nuestras productos del horror, o quizás no. Sea lo que sea, está claro que el centro de Valladolid está perdido, y no sólo el centro...

Supongo que ya es hora de hablar del día de ayer. Recuerdo que llegamos a casa de Alber justo a las ocho de la tarde, quizás un poco antes, la supuesta hora del toque de queda. La madre de Alberto abrazó, no sólo a su hijo, sino a cada uno de nosotros (como si también fuéramos de su familia). Fue entonces cuando le dijo lo de su padre y de que había salido, por aquel entonces pensábamos que pronto volvería.
La comodidad que ofrecía la casa permitió que todos habláramos con calma de toda aquella terrible situación. Pilar (la madre de Alberto) llegó a insinuar que se acercaba el Apocalipsis (de todos es sabido las fuertes creencias religiosas de ésta). Apenas cenamos. El frigo estaba lleno, sí, pero todos coincidimos en ahorrar provisiones “por si acaso”, de modo que nos conformamos con un modestos bocadillo de chorizo (los míticos bocadillos de chorizo de la abuela de Alberto). Después, nos metimos todos en la habitación de Alber junto con su hermano para charlar:

- Hay que empezar a tomarnos en serio las alternativas. – comenzó Diego rompiendo el hielo. – Si esto no se controla y de verdad nos quedamos aislados, ¿qué haremos?
- Quedarnos aquí, alimentarnos lo mínimo y suficiente con comida que se conserve hasta que la infección recule. – respondió Spynk muy decidido. Parecía como si estuviera más animado, quizás estaba siendo optimista o... quizás estar entre sus amigos le reconfortaba. – Mi madre y mis hermanas ya hablamos de eso en casa, decidimos no coger ningún transporte.
- Mis padres... – dije yo. – decidieron que lo mejor era ir con los militares a un campo de refugiados.
- El campo de Zamora en Sanabria, sí... – corroboró Xhartas. – Lo leí en Internet.
- Internet ya no funciona. – repliqué.
- A ver, va y viene. Lo he estado mirando cuando llegamos aquí y funcionaba, lo busqué en El Norte de Castilla.
- ¿Y...? – insistí.
- No me parece buena idea... El ejército está mas pendiente de combatir la infección que en evacuar la zona. – Xhartas se bajó de la cama y empezó a explicar su postura. – A ver, pensad, una piso es un fuerte infranqueable con una sola puerta. Si aguantamos lo suficiente comiendo lo necesario para vivir podríamos soportar meses.
- Mis padres compraron mucha comida cuando pasó todo esto... y tenemos bolsas aislantes para los alimentos. – confirmó Alberto, que estaba de brazos cruzados al lado de su hermano.
- Ahora sólo me interesa llamar a mis padres para decirles que estoy bien y que se queden allí. – dije.
- Ya, yo también tío... – coincidió Diego. Alberto bajó el rostro, estaba claro que le preocupaba muchísimo su padre. – Si fuera ellos... pensaría que mi hijo ha muerto, no me hace ninguna gracia. – A Xhartas le invadió un repentino amago de pánico y corrió al salón para llamar, supongo, a su madre: las líneas seguían sin funcionar.
Conclusión: estábamos incomunicados y no podíamos arriesgarnos a salir a la calle ahora que la infección había llegado a Valladolid. Aislados en la casa de un amigo, a la espera de que todo acabase.

Nadie quiso dormir aquella noche. Todos nos sentamos en el sofá del salón con las luces apagadas y, en profundo silencio, pensamos y pensamos. Aquella noche me di cuenta de que mi diario se encontraba en mi ordenador y ya no lo podía seguir. Me pareció de mala educación pedir a Alberto el suyo para continuarlo, de modo que cogí prestado un cuaderno. Observé los rostros de mis amigos uno a uno, iluminados tan sólo por la luna (los faros de la calle no funcionaban, la central estaría ahorrando energía para lo imprescindible). Alberto no estaba en salón, seguramente dormía con su madre ya que, a estas alturas, habían abandonado toda esperanza de que su padre volviera. Oía algún que otro sollozo desde la habitación.
Mi ojos se toparon entonces con la cara de Xhartas, estaba también llorando. Me levanté y me acerqué a él intentando no tropezarme con nada.

- Hey tío, ¿estás bien...?
- ¿Tú que crees...? – aquella pregunta vino precedida de una serie de disparos en la lejanía, como si fuera la perfecta respuesta.
- Sí... todo esto es terrible...
- No es por esto... es por Rut, joder... – lo olvidé. Xhartas tenía a su pareja en Madrid, y sólo pensar que la capital fue de las primeras en caer...
- Piensa... que quizás te pase como a tu madre. – susurré. – Ella tampoco sabe donde estás ahora y mírate, estás aquí a salvo. Cualquier persona un poco lista se refugiaría en casa hasta que todo pasara... – mi amigo seguía llorando, pero menos. - ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ella?
- El viernes (15 de mayo)... por msn. Ayer no se conectó... no se conectó, Cristian... – intenté mantener la calma y no llorar. Tragué saliva. No me salieron palabras de consuelo, nada... simplemente me incorporé y dejé que mi amigo se desahogara, todos tenemos derecho a llorar.

Pensándolo bien, siento que yo también necesito llorar y sacar todo lo que tengo dentro. Me dirigí al baño, me senté en el inodoro... cubrí mi rostro con mis manos y empecé a sacar todo lo que tenía dentro, acumulado... Nunca en mi vida había llorando tanto...

Me despertaron a eso de las ocho de la mañana, había dormido apenas cuatro horas. Todos los allí presentes tenían las mismas caras soñolientas que la mía. La abuela de Alberto sintonizó la radio mientras desayunábamos: un minúsculo vaso de leche. La radio había sido tomada por el ejército y retransmitían himnos nacionales. De vez en cuando saltaba una grabación comunicando los campos de refugio habilitados para los civiles.
Por otro lado, los sonidos de disparos continuaban. Nuestros oídos se habían acostumbrado a ellos, parecía el sonido ambiente de una película de guerra o de algún videojuego. Probamos Internet para ver si funcionaba y el primer intento resultó fallido. Esperamos una media hora y por fin logró conectarse, iba lento que te cagas. Xhartas encontró un mapa del mundo revelando el grado de infección... sin palabras. El globo estaba plagado de puntos rojos; América parecía coloreada con sangre... dios...
Cerramos la página y nos encontramos con algo cómico: había gente en los foros de elotrolado.net hablando de videojuegos. Eran personas encerradas en sus casas sin más ocio que estar conectados y jugando a la consola, ¡por favor! Frikis hasta la muerte. Lo que ya no me pareció tan gracioso fue la “broma” de Google. Habían decorado su logotipo con sangre... hijos de puta, no creo que sea el mejor momento para recurrir al humor negro. A todo esto... ¿cómo puede seguir funcionando Google?

Spynk, que ha hecho un módulo de informática, nos estuvo explicando que los servidores están preparados para soportar varías semanas, incluso meses, sin mantenimiento alguno, aunque, como es lógico, no todos los servidores son igual de buenos.

Y sigo con Internet ¿Información llamativa? Bueno, leímos en una página que el número de victimas mortales a escala mundial podría ascender a cuatro mil millones de personas, de las cuales la mitad o mas serían infectados. Hablamos entonces de dos mil o más millones de infectados... Alberto se fue a vomitar en ese momento, no sabemos si por la cifra, la depresión, lo de su padre, o todo junto... Uf... Yo sentí que me mareaba y tuve que sentarme a buscar un cigarro, no tenía y Diego tampoco... ¡COÑO! No hay tabaco... ahora sí que estoy jodido.

Pasó el día, aburrido, sin mucho que hacer. Spynk forzaba sus oídos para escuchar los disparos de la lejanía. Yo deambulaba por la casa y, alguna que otra vez, ojeaba por la ventana para observar el vacío. A eso de las una de la tarde, divisé humo en el horizonte, ascendiendo por encima de la parcela, de cara a la carretera.
- ¿Por allí está la Cistérniga? – pregunté.
- Sí... – respondió Xhartas. Su padre era de allí. Pobre chico...

Una hora después, más o menos, ocurrió el milagro: logré que el teléfono llamará. Quizás las líneas sólo estaban colapsadas o algún buen hombre del servicio telefónico apañó un par de cables en medio del caos, yo qué sé, el caso es que el teléfono de mi casa sonaba. Se puso mi madre, su voz sonaba nerviosa y frenética. Al percatarse de que era yo estalló a llorar de alegría. Pregunté si mi padre estaba allí y me dijo que sí... no os hacéis ni una mínima idea del alivio que sentí en esos momentos. Les dije dónde estaba y que me encontraba bien. Mi padre, por su parte, me ordenó categóricamente no salir de allí. En ese momento mis amigos se agolparon al teléfono y me lo pidieron para llamar a sus familiares, lo encontré justo y decidí cortar apresuradamente. Antes de despedirme, pude oír claramente sonidos de disparos al otro lado.
- ¿Papá, anda todo bien ahí fuera?
- ¡Hijo, en el ejército está en el paseo pegando tiros a esas cosas, pero nosotros estaremos bien si no salimos, tú tampoco lo hagas! – El Paseo Juan Carlos I... la infección estaba en toda la ciudad, que llegara a este barrio era cuestión de tiempo. La línea se cortó de golpe... ¡fue Xhartas!
- ¡Ya vale Cristian! ¡Nosotros también tenemos familia!
- ¡No hacía falta cortar así el teléfono! ¿¡Vale?!
- ¡Eso lo dices tú porque estabas hablando! – sentí como ambos perdíamos los nervios. - ¡Yo tengo que llamar a varias personas!
- ¡¡Si tienes que llamar hazlo ya!! – replicó Spynk. La irritación se le notaba por los cuatro costados. - ¡¡Pero llama primero a tu madre, deja a Rut para el final cuando hayamos llamado todos!!
- ¡¡Porque lo digas tú, no te jode!!
- ¡¡Porque lo digo yo, sí!! ¡¡Lo primero es la familia!! - insistió Spynk.
- ¡¡¡Rut también es mi familia!!! – la discusión cada vez era más y más tensa y Diego intercedió.
- Escuchad un momento, seguramente tu madre – refiriéndose a Xhartas – estára con la madre de Spynk, no nos pongamos nerviosos. Deja que Spynk llame y pregunte por tu madre y ya está. Afortunadamente, ChicoWii no era un hombre agresivo y accedió.

El teléfono se cortó a la mitad de la llamada de Diego. Por lo que pudo averiguar, su padre también había salido a buscarle y no había vuelto a casa. Para calmarle, le dije que esperase a que la línea volviese para llamar a su móvil.
Alberto, entonces, se cogió un enfado de cuidado. Nos dijo que él tenía que haber llamado primero a su padre para saber si estaba bien. El mal rollo se generalizó en el ambiente y yo decidí sentarme en el sofá y aislarme de la discusión, la inminente tromba de gritos que vendría...
¡¡¡JODER!!! ¡Casi me caigo de la silla! Tengo que dejar de escribir, hemos oído una explosión a lo lejos, una explosión enorme que ha retumbado en toda la casa. Hay coches afuera que han saltado la alarma y todo. Ahora vengo.

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Seguramente no suba un nuevo trozo hasta pasado el día 9 o 10 de junio por los exámenes, ruego que me disculpéis. Os lo recompensaré con un gran trozo ^^

miércoles, 3 de junio de 2009

4º parte - No tengo lápiz




18 de mayo - madrugada

Supongo que es difícil saber por dónde empezar, y más con el sonido constante de disparos que se oye ahí fuera. La madre de Alberto nos ha acomodado en el salón porque me da que pasaremos la noche aquí. Diego está a mi derecha con un tick nervioso en las piernas y Xhartas indaga en el ordenador información que considero irrelevante.

Creo que ya sé por dónde empezar, habría que remontarse al día 16 por la tarde, cuando se confirmó que el virus había llegado a Europa de manera inexplicable. Recuerdo que en ese momento me invadió una sensación de inminente muerte. Sabía que iba a morir tarde o temprano, que todos íbamos a morir... pero la espera era insufrible. Es como cuando mueres ahogado, sólo quieres que acabe cuanto antes.
De pronto se hizo el silencio en todo el continente. Nuestro gigante y poderoso UE se derrumbó y los militares se frotaron las manos. El Rey dio un discurso por televisión informando del estado de excepción definitivo. Después vinieron los indicios de casos confirmados en Rusia, Alemania e Italia.
Lo más acojonante fue que China empleó armas termonucleares en los principales núcleos urbanos de la costa este. El virus se estaba extendiendo con una rapidez aterradora, pero hay algo más. Ese mismo día descubrí que el virus ya había sido detectado en China muchísimo antes de que todo esto pasara, eso quiere decir que América no fue la primera en caer. Ahora la infección viene para aquí y nada puede pararla... ni bombas nucleares ni nada.

Me remontaré al día 16 con más exactitud:

Son las siete de la tarde y acabo de leer la noticia de China. Estoy temblando en mi habitación con la ventana del msn abierta. Tengo la cabeza oculta entre mis brazos, intentando calmar el agobio que me invade. Mi madre ha entrado en la habitación y me ha abrazado...

Poco después, mi padre entra en la habitación y solicita hablar con nosotros. Nos sentamos en el comedor y éste empieza a hablar.
Tenemos que tomar una decisión. – Entonces mi padre sube el volumen del televisor: es el presidente en la Moncloa, y comienza con el “buenas tardes” más triste que he oído nunca. Zapatero procede a dar los detalles sobre el estado de excepción, los pondré en una lista:
- Toque de queda a las 20:00, hora española.
- La libertad de expresión, asociación y prensa quedan temporalmente suspendidas.
- El ejército tendrá completa potestad para imponer el orden en las calles.
- Los civiles podrán realizar sus compras pertinentes hasta el día 17 de mayo a las 20:00 (todo el día de mañana).
- El ejército comenzará con su plan de contención de los infectados en los puntos conflictivos, a saber: Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla y Valencia.
- De fracasar la contención se pasará a la orden de evacuación en distintos campos de refugio habilitados en todo el país con fuerte presencia militar. Dicha información será confirmada en las próximas horas.
- Los poderes del Estado se confluyen en el órgano Ejecutivo junto con el Jefe del Estado Mayor del ejército.

Zapatero terminó el comunicado diciendo que, posiblemente, sea la última declaración pública que haga a los medios y que, si todo sale bien, España superará esta crisis junto con el resto de países de la Unión Europea. Al final... dijo algo que jamás creí que Zapatero haría: “Buenas noches, buenas suerte y viva España”. Tras esto, apareció la presentadora de los telediarios de Televisión Española haciendo un discursito parecido, pero añadió datos importantísimos y que ya iban siendo hora. La infección se encuentra en España y azota la capital con brutalidad, es por eso que la cadena dejará de emitir. Cuando la periodista se despidió, la emisión se cortó por un momento y, acto seguido, apareció la bandera de España con el himno nacional.... ¿Algo que pensé que sólo pasaba en las películas? Pues ocurre, está ocurriendo.
Mi padre cambió a Antena Tres, tampoco funciona. Telecinco sigue emitiendo las noticias y habla del estado del resto de países de Europa. La mayoría ya ha declarado el estado de excepción y se han puesto en marcha medidas similares a las anunciadas hace un momento. Ya nadie duda de que el virus convierte a la gente en asesinos sedientos de sangre y de que la situación se ha descontrolado por completo. Por fin, se habla de “fin del mundo”... es el fin del mundo.

Mi padre apaga la tele y nos mira. Nos pregunta si queremos quedarnos aquí o trasladarnos a un campo de refugiados. Nuevamente, recuerdo que no estamos en una película y que quedarnos aquí sería una locura, un completo error. La decisión está tomada, nos iremos de aquí en cuanto confirmen los campos y los camiones venga a recogernos (o tengamos que ir nosotros a ellos).

No me han salido muchas palabras después de eso. Estoy completamente anonadado. Deseo que esto sea una pesadilla y, joder, despierte de una vez. Esto es un sueño, sólo un sueño. Voy a mi habitación y abro Internet, no va. Han cortado la conexión. Guiado por un impulso inmediato, cojo el móvil y llamo... llamo a Carolina. Las llamadas están colapsadas... No me quiero ni imaginar lo que estará sucediendo en Madrid.
Al cabo de unos minutos, a eso de las 8, llaman al telefonillo del portal. Mi padre lo coge y... ¡es Xhartas! Me pongo al habla y me dice que baje, que tenemos que hablar. Mi madre me interrumpe ipso facto y me prohíbe terminantemente bajar. Entonces les digo algo que sale de los más profundo de mi corazón: “puede que esta sea la última vez que vea a mis amigos...” Mi padre, dios santo... mi padre entonces me contesta algo impresionante: “qué razón tienes, hijo mío... Baja.”

Estoy bajando el ascensor llorando, llorando con todas mis fuerzas... Cuando llego al portal siento que tengo los mejores amigos del mundo. Los más grandes y especiales amigos del mundo... están allí: Xhartas, Alberto, Diego, Spynk, también está Jacobo y Sara. Por increíble que parezca, al verme llorar... todos nos abrazamos. Sara rompe a llorar, Alberto también.

Los momentos después quedarán grabados en mi mente para siempre. Caminamos hasta mi plaza y nos sentamos donde siempre lo hacemos. Fumo con Diego y Jaco (a Sara ya le da igual que Jaco fume en esos momentos). La conversación es surrealista... Todos sabemos lo que va a ocurrir y nadie quiere hablar de ello, sólo conversamos de juegos y de mangas... Alberto ha sacado la Ds y pregunta si el resto la ha traído. Todos negamos, menos Jaco y Xhartas. Con este último se pone a jugar un pokémon. Los dos comentan el combate con una sonrisa nerviosa... Alberto está temblando y parpadea con frecuencia. Spynk está sentado a mi lado y cabecea lentamente. De pronto, Diego suelta lo que todos estamos pensando: “¿qué hacéis jugando al pokémon...?” Alberto no protesta, algo inédito, y Xhartas apaga la consola sin decir nada. Saco el segundo cigarro, lo enciendo y le doy la primera calada.
- Tengo que llamar a mis amigos de clase. – digo.
- ¿Cristina, Borja...? – pregunta Diego.
- Sí... tengo que saber cómo están.
- Estarán en casa, no te preocupes. – responde Xhartas.
- ¿Xacy y tu cuñado? – preguntó entonces a Spynk.
- Xacy está en casa también, todos están en casa menos nosotros. – Todos estallamos a reír. - ¡Mira que somos frikis! ¡Hasta el último momento quedamos para jugar al pokémon! – Sara está riendo a la vez que un par de lágrimas brotan de sus ojos.
- ¿Y cómo es que habéis venido aquí? – pregunté.
- Fue idea de Alberto, bajó a mi casa y dijo que quería quedar. – dijo Diego. – Que quería quedar por últi... – de pronto, Alberto le interrumpió.
- ¡Baja la Ds, Cristian! Jaco creo que tiene la suya. Echamos unos tetrix y la vamos pasando. – Asentí, pero lo pensé mejor.
- No creo que mis padres me dejen bajar una segunda vez...
- Pues la echamos con las que tenemos, ¿sí? Vamos, vamos, que tengo mono de tetrox (parodia de la palabra “teto”). ¡Jaja! – Alberto trata de disimular que todo va bien. Jamás le había visto así.

Aquellas fueron las partidas de tetrix más agradables de toda mi vida. Por primera vez en casi dos semanas sonreía... estaba sonriendo. Allí, jugando a la consola, nos encerrábamos en una burbuja ausentes de lo que muy pronto estaría por venir. Después de jugar, dimos una vuelta y Alber nos preguntó si queríamos ir al Vallsur a comer como siempre hacíamos. Aquella idea no le gustó nada a Sara, y yo me la replanteé seriamente por mi madre (la pobre seguramente estaba preocupadísima). Xhartas y Spynk aceptaron con un “qué diablos, ¿por qué no?”. Por su parte, Diego aseguró que el centro comercial estaría cerrado. Entonces, mi curiosidad se despertó y solté lo siguiente:

- ¿Por qué no lo comprobamos? – todos me miraron. – Llevo todos estos días encerrado en casa, quiero ver la ciudad un poco, ¿por qué, en vez de ir al Vallsur, vamos al centro?
- No creo que sea buena idea... – replicó Jacobo no muy convencido.
- Aún no se oyen disparos, no hay por qué temer. No tengo miedo. – Mis últimas palabras sonaron frías y desafiantes. Efectivamente, no tenía ningún tipo de miedo. Quería ver la ciudad, quería ver lo que se cocía en el mundo real. Estaba harto de una pantalla de ordenador. Todavía no había casos aquí y si aquella era mi última oportunidad para despedir Valladolid, que así fuera.
- Podríamos intentar ir con el coche... – propuso Alber. – Y si vemos algo fuera de lo normal... volvemos y ahí se acaba todo.
- ¿Algo fuera de lo normal? ¿Calles desiertas te parecen normales?

Sorprendentemente, las calles no estaban desiertas. Circulamos con el coche de Alber hasta la Plaza España (Jacobo y Sara no vinieron). Aparcamos en el garaje del mismo (sí, aún había un empleado trabajando) y nos encontramos con que el subterráneo albergaba varios coches, aunque no estaba ni mucho menos lleno. Cuando ascendimos hasta la bola del mundo... encontramos a gente. Había gente. Era una estampa melancólica y bella... ¿por qué? Eran familias y amigos: nadie iba a solas, nadie se encontraba en soledad. Era como si el mundo quisiera disfrutar de la vida minutos antes del ocaso... Dios santo... Pese a que el gobierno advirtiera que debían quedarse en casa, ahí seguían. Que digan lo que quieran de Pucela, somos una ciudad maravillosa.

Nos acercamos al Toletum para ver algunos libros. Alberto tuvo la genial idea de leer cuando no lo había hecho en toda su vida, aquello fue realmente cómico. Desgraciadamente, la tienda estaba cerrada (qué sorpresa) y la observamos desde fuera. Momentos después, escuchamos el sonido de varios camiones en la plaza. Todos corrimos para ver qué eran, pues ya no había autobuses y aquel ruido venía de transportes muy grandes. Conforme llegábamos, oímos varios gritos al son de órdenes precisas: era el ejército. Nos paramos en seco, muy asustados. Los militares empezaron a desplegarse y un grupo de diez se acercó corriendo por la calle. No nos giramos, tan sólo nos quedamos mirándolos.

- ¡Dos horas para el toque de queda! – gritaron. - ¡Dos horas para el toque de queda! – repitieron.
- ¡Todos los civiles que sean sorprendidos durante el toque de queda serán eliminados! – se oyó entonces por un megáfono. Los soldados pasaron de largo justo a nuestro lado y siguieron corriendo gritando una y otra vez. Uno de los soldados, creo que era un cabo, se detuvo entonces a unos tres metros de mí: su radio le reclamaba.
- Unidad 014, adelante.
- Objetivo sospechoso, Plaza mayor.
- Recibido. ¡Vamos, vamos! – lo escuché todo. Escuché claramente cómo la radio
decía “Plaza mayor”. Eso estaba muy cerca... muy cerca... Cuando los militares se alejaron, se lo dije a mis amigos. Éstos reaccionaron sin mediar ni una palabra y nos dirigimos al aparcamiento, movidos por el más poderoso de los miedos. Entonces.... joder, JODER... lo oímos: disparos. Disparos de fusil de asalto automático, en gran número. La gente de alrededor empezó a correr despavorida y a gritar enloquecida. La histeria colectiva se generalizó y Alberto gritó, como queriendo acompañar aquel coro. Corrimos todo lo que pudimos y cruzamos la carretera de la plaza. Al otro lado se encontraban militares intentando calmar a los civiles.
- ¡¡¡Mantengan la calma, por favor!!! ¡¡Mantengan la calma, un transporte les
sacará de aquí!! – gritaban varios. Spynk, entonces, se lamentó con varias palabrotas el haber venido al centro, creo que todos pensábamos lo mismo, y eso me hizo sentir muy pero que muy culpable. Detrás de nosotros se agolpó una multitud que pretendía tomar nuestro mismo rumbo: el aparcamiento. Los soldados formaron una línea alrededor de la puerta del sótano al tiempo que se colacaban máscaras anti gas.
- ¡¡¡Mantenga el orden he dicho!!! – repitió un oficial con autoridad. Ahora
estábamos en medio de una especie de concierto, sólo que la música eran disparos y gritos de gente atemorizada.
- ¡Hay que irse, joder! ¡Hay que irse de aquí! – gritó Xhartas. En ese momento,
pude ver como empezaban a subir gente a los camiones que antes vimos, pero algo no me cuadraba. ¿Cabríamos todos? Sólo vi tres camiones, y allí éramos muchísimos, demasiada gente.
- No vamos a caber... – dije para mí. - ¡Tenemos que coger el coche, Alberto! – le
grité. - ¡Mira los camiones! – Éste pensó lo mismo que yo.
- ¡No vamos a pasar, hay soldados, joder! ¡¿Es que no les ves?! – respondió
Xhartas, que estaba casi pegado a mí por los empujones. Sucedió entonces lo terrible, el caos total, lo peor que podía pasar en aquella situación. Se escucharon disparos cerca de la plaza, concretamente la calle que iba para la Plaza mayor. La masa de gente empezó a gritar con mayor intensidad, casi me dejan sordo. Agarré a Alberto y a Xhartas con ambas manos todo lo que pude y ellos hicieron lo mismo: no íbamos a separarnos. Levemente, escuche a Diego gritar, “¡bajemos!”. La gente que corría a mi alrededor me impedía verlo con claridad, pero divisé que los soldados de antes se había marchado para contener a los infectados. Los infectados... aún no los había visto en persona y sentía su presencia... los sentía en algún lugar... igual que un tiburón en el mar, olía su presencia, esa inseguridad que te invade porque sabes que algo peligroso se acerca.

Seguí aferrado, y con más fuerza al notar que nos dirigíamos al aparcamiento. Los disparos eran casi silenciados por los fuertes alaridos de la gente, imaginaos lo fuertes que eran. Para no ser empujados al suelo, nos agarrábamos con fuerza formando una piña imbatible (creo que es la primera vez que me uno tan íntimamente a mis amigos). Cerca de la escalera, atestada de gente, creí escuchar unos rugidos lejanos.... mierda, mierda, mierda, mierda... Más disparos, más y más disparos... Hay que bajar, hay que bajar YA. Ahora creo que en aquel momento me entró un ataque de ansiedad que mi consciente pasó por alto.
Por fin piso el primer escalón, detrás mi tengo agarrado a Xhartas y éste creo que a Spynk. Delante tengo a Alberto, que sigue a Diego. Siento como me empujan, sé que no es por culpa de ChicoWii (Xhartas)... la gente está presionando para pasar. Hice un esfuerzo sobrehumano con mis piernas para no caer, mis pobres piernas. Escalón a escalón me siento más seguro. Bajo tierra un infectado no puede cavar, qué tontería de pensamiento. Es como cuando te sientes seguro arropado por las sábanas de tu cama. Seguimos bajando hasta que por fin conseguimos llegar a la taquilla de pago (una mierda vamos a pagar). El tapón de la multitud se libera al llegar al aparcamiento. Salimos corriendo, cogidos de la mano, en dirección a nuestro querido Renault Modus. Nos montamos. Alberto arranca con un nerviosismo notable, lo sé por su forma de pisar el embrague que ahogaría a cualquier motor de gasolina. Sale tan rápidamente que choca con el coche de delante, y rompe el faro izquierdo.
- ¡Alberto, joder! – protesta Diego.
- ¡¡¡Cállate ya!! ¡¡¡¿Vale?!!! – replica el otro. Alberto no está para tonterías y
nadie dice nada. Vuelve a salir y por poco no arrolla a una pareja en el camino. Entonces nos topamos con lo obvio. Hay coches en la salida. Léase, salida, no rampa; la cola es enorme. Los coches pitan y pitan. Allí estancados, nadie es capaz de decir nada, tan sólo miramos a los lados: gente corriendo, montando en sus vehículos invadidos por el pánico.
- ¡Oh... no... no no no...! – grita Spynk. Ha visto algo, ha visto algo.... Miramos
todos en su dirección, izquierda. Detrás de varias filas de coches aparcados, algo va condenadamente MUY mal. No lo voy a describir porque no me salen las palabras, pero con decir que hay gente con la ropa manchada sangre huyendo de esa dirección basta. Alberto pita con la respiración acelerada, como si estuviera hiper ventilando. Delante de nosotros vemos como un coche se aventura a salir de la cola y buscar otra salida. El de atrás lo ve y le imita. La cola se acorta, pero no lo suficiente.
- ¡¡¡SOCORRO!!! – el susto que nos pegamos fue tan grande que todos pegamos un bote. Una persona herida, un hombre de mediana edad, nos pide ayuda desde fuera. Éste ha manchado un poco la ventana con sangre, su brazo echaba borbotones. - ¡¡¡Dejadme entrar!!! – al ver que le ignoramos, éste avanza hacia el siguiente coche y provoca que salga de la cola.
- ¡Alberto, aprovecha para salir! – le ordena Diego.
- ¿¡Salir a dónde?! – pregunta este.
- ¡¡La salida sur, cojones, la salida sur!! – Alberto acelera tan bruscamente que provoca un derrape. Sigue al coche que, supone, se dirige a esa salida.
- ¡¡¡Están ahí, están ahí, dios mío, están ahí!!! – miramos a la izquierda de nuevo.
Esta es la primera vez que veo infectados en vivo y son más temibles de lo que uno cabría esperar: es un grupo atacando a dos o tres personas que intentan subir a su automóvil. Gritan como posesos y sus movimientos son bruscos, como si estuvieran locos o poseídos. También aprecio que están heridos, mordidos por algún otro infectado. Hay más..... dios santo, hay más de esas cosas. Vienen de la escalera en oleadas y asaltan a los rezagados entre los coches estacionados. Los hijos de perra no son para nada lentos. Alberto va tan deprisa que creo que se va a empotrar con el de adelante (menos mal que éste también va a toda hostia). Por fin llegamos a la salida sur al tomar el tercer giro. Allí también hay cola, aunque es mucho más reducida....... ¿¡pero qué?!
- ¡¡GIRAAAA!! – Alberto gira el volante con tanta fuerza que creo que los
neumáticos van a reventar, y nosotros a salir por los aires, ya que justo enfrente se cruzó un coche a toda velocidad. Su conductor iba con la puerta medio abierta, pues tenía a dos infectados atacándole desde fuera, uno en el techo... ¡en el puto techo! El vehículo asaltado se precipita contra una columna a pocos metros de nosotros y Alberto consigue llegar a la cola. Miramos hacia atrás, sabemos que los infectados nos atacarán si seguimos aquí. Otro coche se acerca por detrás para unirse a la espera, pero... ¡nos empuja! El muy o la muy cabrona nos ha golpeado con muchísima fuerza y yo casi me descoyunto el cuello por el impacto (ninguno tenemos el cinturón puesto, hay que joderse).
- ¡¡¿Pero de qué coño va..?! – Xhartas no termina la frase, está helado. El
conductor esta muerto pegado al volante, tiene... joder... tiene un infectado en el copiloto alimentándose de él. Ocurre el milagro, la cola avanza, avanza lo suficiente para llegar a la rampa. Sentimos que el parachoques de atrás se desprende del morro con un sonido raro. Alberto toma la cuesta en primera y vemos la calle. La calle... la calle es un infierno. Hay montones de personas corriendo por la acera y la carretera. Vemos también a los infectados detrás de ellos, es un panorama dantesco, no os lo podéis imaginar. Seguimos, como si fuéramos un convoy, a los coches que nos anteceden para abrirnos paso entre la muchedumbre. Tomamos la calle que va para el túnel y vemos a varios militares montando a civiles apresuradamente en un camión. Conforme nos acercamos, advertimos que nos cortan el paso. ¡Nos están apuntando con sus armas! Giramos a la izquierda, ¡joder! El coche de adelante ha atropellado a una persona. Alberto evita el cuerpo y sigue su ruta. Las cosas que están sucediendo son tan terribles y reales que cuesta creerlo, buf...
- ¿Por donde vamos al túnel? – pregunta al fin Alberto. Su voz suena temblorosa.
- ¡Vamos a tu casa! – grita Diego. - ¡Vamos a tu casa ya, me da igual, está más lejos!
- ¡Los soldados se cargaran a todos esos mamones! ¡Si nos alejamos de aquí mejor! – añade Spynk apoyando la propuesta.
- ¿¡Y qué pasa con nuestros padres?! – pregunto. - ¡No me hace gracia separarme de ellos, y menos como están las cosas!
- ¡Si están en casa todo irá bien! ¡No podemos ir parando en cada casa para dejarnos! – dice Diego.
- Sí, sí, sí... – se dice Alberto. – Vamos a mi casa, vale, vale... – El chico me
preocupa, esto le supera, le supera mucho, pero qué coño, todos estamos igual. Llamaré a mis padres cuando esté allí y punto. Por si acaso cojo el móvil para llamar, pero no funciona. Los móviles han muerto. - No teníamos que haber venido aquí... – Alberto tiene la extraña manía de replicar en los momentos más inoportunos.
- ¡Lo hecho, hecho está... toma la derecha, loco! – le grita Diego. Alberto derrapa
y frena en seco. El sonido de disparos y gritos ahora es más lejano y allí no vemos a nadie. Miento, aparece un coche yendo a cien por hora que cruza a nuestro lado, madre mía...
- ¡¡¡Conduce tú si tanto sabes!!! – Alberto se baja a toda prisa, este no quiere
pasar ni un segundo fuera. Diego se monta en el piloto. Éste último, que es muy listo, toma la ruta más alejada del centro, lo que nos lleva más tiempo, pero vamos con más calma. En el transcurso del viaje no vemos ni un alma, nadie, sólo coches circulando a toda leche, y muy de vez en cuando. Creo que divisamos a unos ancianos, pero nadie más, tampoco infectados, ¿entonces la infección se concentra en el centro? Bien... si los militares están allí sabrán contenerlos. Pensamos esto como método para tranquilizarnos, al menos yo lo pienso. Sé que lo hago con esa intención, quiero engañarme.

Tomamos La ronda y nos encontramos con algo que impresiona mucho. Tres camiones repletos de soldados, dos blindados BMR, y lo mejor, un tanque “leopard”español al final. Todo eso cruza por la otra carretera en dirección a la ciudad, como si nada... Los segundos después son acojonantes. Todos callados...

Por fin llegamos a casa de Alberto. No sabéis lo a gusto que me encontré al verla. Bajamos corriendo, la calle nos daba pánico. Corrimos hacia el portal y subimos, subimos... Estoy cansado de escribir, en un rato sigo.

lunes, 1 de junio de 2009

3º Parte - No tengo lápiz.

14 de mayo de 2009.

Por primera vez desde hace unos días no hay noticias nuevas sobre el asunto del virus y la crisis en el continente americano. Los medios continúan con la insufrible censura y tan sólo pueden leer teletipos breves y con poca información. La cumbre europea tendrá lugar mañana bajo unas extraordinarias medidas de seguridad. Zapatero y su gabinete viajarán en un avión descontaminado de arriba abajo. Ya me lo imagino subiendo con traje de empleado de central nuclear estilo los Simpsons.

La ministra de educación ha suspendido las clases temporalmente, y se ha pasado de recomendar a ordenar que la gente no salga de sus casas salvo para trabajar y comprar comida. Bueno, me la trae floja. Llevo sin ir a clase desde el lunes y veo a la gente que me importa por msn. Hasta he vuelto a instalar la web cam para hablar con mis amigos.

Borja aún no ha podido irse a Zamora, están todos encerrados en la residencia. ¿Mis amigos? Pues cada cual tiene su historia. Alberto está absolutamente atemorizado y su madre, histérica. Xhartas está muy preocupado por Rut por eso de que es la capital y hay mayor riesgo de contagio. Tiene mucho miedo de no poder volver a verla, pobre Xhartas...
Spynk está cambiado, esto le ha afectado. Creo que se pasa el día jugando a la Xbox, quiere distraer la mente.
Hablando de la Xbox: no he entrado desde hace días al live. Xhartas me comentó hoy que los servidores se caen cada dos por tres, lo cual evidencia que a las oficinas de Microsoft deben ir cuatro gatos. Es increíble cómo por una consola te enteras de la gravedad del asunto. Ni la compañía informática más poderosa del mundo se libra de esto.
Diego está como si nada, creo que esto le queda muy grande. No habla mucho, pero eso sí, siempre está conectado.

Por lo demás, los hay charlatanes y los hay que parecen que han desaparecido del planeta... y están conectados, madre mía. Con los de japonés no hablo mucho, salvo Cristina-chan, que también es de mi clase, claro. Me dice que quiere ir a ver Ricky, su novio, pero sus padres se lo prohíben en rotundo. Esto ha llegado a un punto en que la gente teme a todo y a todos.

Hoy he tenido tiempo para reorganizar mis ideas. Estar encerrado en casa con una madre sollozando te hace reflexionar. Es duro encontrarse en la tesitura de un civil arrinconado en una caja llamada urbe donde miles de personas corren la misma suerte que tú. Lo que quiero decir, es que si esto no se soluciona pronto y Estados Unidos cae de verdad en una guerra civil las cosas pueden irse al cuerno y el ejército tomará las riendas.
Y sí, hablo de guerra civil, lo estoy deduciendo por Rusia. Su presidente aún no ha hecho ningún tipo de declaración sobre la situación, como si estuviera esperando a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Y lo mismo ocurre con China, mucho cuidado. Y si me pongo a pensar en Corea del Norte se me revuelven las tripas.

Como podéis ver, escribo mucho en el diario. Es normal, ¿no? Uno se aburre todo el día sentado viendo la tele y las noticias por Internet.


Acabo de ver algo que da mucho miedo, dios.... ¿pero qué es esto? No me preguntéis cómo, por qué o de dónde lo he sacado, pero acabo de ver varios fotos de un pueblo de Missouri y muestran a una multitud encolerizada persiguiendo un autobús escolar. Son fotos tomadas con el móvil desde el interior, y de alguna manera se han filtrado por la red.
Se hace especial hincapié en el estado de los perseguidores, y no es para menos. He guardado las fotos y las he ampliado lo que he podido... dan miedo. Esa gente no está bien en el sentido estricto de la palabra. No son simples “rebeldes”. No son ultras ni “manifestantes”.

Una especie de miedo indescriptible está ascendiendo desde mi estómago mientras que mi cabeza me grita a pleno pulmón que es una locura. El temor que siento ahora me impide aspirar el aire... Necesito un cigarro, a la mierda.


15 de mayo de 2009 – madrugada

No puedo dormir, ¿quién puede?, me pregunto. ¿Y cómo voy a dormir con la cantidad de cosas que se leen y se ven por Internet?

Vamos allá. Están todos en el msn y en varias conversaciones. Incluso gente que casi nunca me hablaba me comentan sus “últimas noticias”. Se ha levantado la veda para la información censurada y la tromba de sucesos es imparable.
Desde páginas especializadas en jardinería hasta los diarios más prestigiosos de Estados Unidos están aportando todo lo que saben.

La cafeína me hace inocuo al miedo en estos momentos; una insaciable ansia de conocimiento hace cualquier cosa que vea o lea carezca de importancia. Mi madre está hablando con mi padre sobre mis últimas investigaciones, y es que amigos, parece que ya es definitivo. El virus se transmite por la sangre y la saliva, y es terriblemente contagioso. Terrible porque los infectados entran en un estado de cólera descontrolada y atacan a todo lo que se mueve. ¿Zombies? No estamos en una jodida película de Romero, esto es real... ESTO ES LA REALIDAD.

No es momento de preguntarse por qué está sucediendo tal cosa ni cómo es posible, pero sucede, punto y final. Ahora pondré lo que he indagado en las últimas horas porque, como ya he dicho, la información en estos momentos es imparable.

El gobierno estadounidense es incapaz de contener la infección en su propio país, de modo que ha retirado las tropas destinadas en Irak y en todas las bases extranjeras. Por otro tanto, las agencias de noticias se han librado del yugo de la censura por la “incapacidad” del Ejecutivo. Esto es que el gobierno ya no puede controlar los medios de comunicación, ¿traducción? El Estado no tiene las riendas y el ejército está ocupado con el virus.

Y ahora voy con las cifras que he sacado de una web norteamericana (me sorprende que los servidores sigan en pie por lo que voy a leer). El número de muertos asciende a 50 millones en todo el país. La infección ha asolado, literalmente, los estados limítrofes con México. Por ende, Centroamérica está devastada por el virus, así como todo el Caribe. Canadá aún contiene el virus y el ejército hace todo lo que puede por purgar los brotes en las distintas ciudades, pero el número de víctimas mortales es estremecedor. Los países Sudamericanos se hayan en la misma o peor tesitura por la falta de medios. Los primeros en caer fueron Venezuela, Colombia y Ecuador, mientras que Brasil, Bolivia, Chile o Argentina siguen combatiendo la plaga en todos sus frentes. Todos los medios coinciden en que el continente está acabado.

Segunda cuestión. No olvidemos que Estados Unidos es el país más poderoso del mundo. Si su ejército es incapaz de detener este caos, ¿quién lo hará?. Pero hay otra cosa más importante y acaba de suceder hace unos minutos. He leído en El Mundo que los palestinos han iniciado una nueva cruzada sobre la Israel judía y que Rusia ha movilizado un arsenal en la frontera con Georgia. Y para colmo, Corea del Norte pretende sumarse a esta fiesta preparando misiles de largo alcance (Corea del Sur, Japón...). Como ya dije, esto no es una película, esto es la realidad. Y la realidad es que cuando el imperio se derriba, sus enemigos aprovechan la situación para mover ficha. Esto no sale en ningún film de Romero.
Tercera cuestión, Europa. Nuestro Zp, por lo visto, ha sido trasladado de la Moncloa a un “lugar seguro” al percatarse que la información ahora es imparable. ¿El Rey? No se sabe... Cuando el pueblo sabe la verdad puede responder con una tiranía implacable. Y eso es porque se nos ha ocultado DOS SEMANAS lo que de verdad estaba ocurriendo. La cumbre europea ha sido cancelada y todos los países han decidido cerrar sus fronteras y que sea lo que dios quiera. Angela Merkel ha comunicado que la situación actual es tan grave que ha llegado la hora de plantearse un nuevo orden mundial definitivo (palabrería). Gordon Brown ha expresado su apoyo reiterado a los países infectados e insiste en una reunión con la Organización de las Naciones Unidas para responder al virus con contundencia (más de lo mismo).
Sarkozy ha sido el más duro. Ha dejado claro que el virus NO llegará a Francia, y que empleará todos los medios a su alcance para evitar que eso ocurra (malo...).

Le pueden ir dando por el culete a Sarko porque acabo de leer “rumores” de que el virus ha llegado hasta Japón, mis queridos japoneses. No está nada claro, pero se comenta que decenas de miles de barcos están partiendo de las costas americanas atestados de gente. Pero aquí llega lo más acojonante. Los países no infectados han estado derribando pájaros extranjeros desde hace unos días. Seré explícito, nuestro gobierno, y el de muchos otros países, ha estado asesinando gente inocente que viajaba en avión huyendo de aquella catástrofe.
Cuando leí aquello cerré los ojos y entendí que las cosas andaban realmente mal. Esto... no es una película...


Estoy escribiendo en el comedor, acabamos de comer hace unos minutos y tengo a mis padres al lado. Les he contado lo que estoy haciendo, lo del diario, y se lo han tomado muy bien. Dicen que será algo crucial para el día de mañana. El día de mañana... mi madre ha sollozado cuando mi padre dijo tal cosa.
Pues bien, estamos aquí viendo la tele. Parece que el gobierno ha dado luz verde para que se sepa toda la verdad, ya no les preocupa que la gente se rebele contra ellos, ¿por qué? Muy sencillo, todos lo sabemos. Insistir en que todo está controlado sólo agravaría más la imagen del ejecutivo.
Se han dicho muchas cosas, pero la más importante es que el primer ministro japonés ha declarado el estado de excepción en toda la isla: el virus ha llegado. Después de eso todo han ido en un efecto en cadena. Los países asiáticos han reforzado sus fronteras y China está a un paso de emplear armas nucleares. Sí, habéis leído bien. China está estudiando limpiar la isla japonesa de un plumazo para evitar que el virus llegue a su país. Esto nunca habría sucedido si Estados Unidos no estuviera como está, pero con el imperio derrotado China hereda la hegemonía mundial.

Los países europeos, como el nuestro, prevén seguir un procedimiento similar: más control para el ejército y menos para el poder civil. Yo diría que cuando acabe el día tendremos tropas recorriendo las calles.

¡JODER! Noticia de última hora. Os juro que acaban de decirla hace apenas unos minutos. Estaba aquí, dónde os decía, cuando le han dado un papel al presentador del telediario. Éste ha abierto los ojos estupefacto y con un balbuceo notable empezó a leer. Es muy fuerte, muy fuerte lo que ha pasado. El propio Estados Unidos ha lanzado varias bombas nucleares contra distintos objetivos en el sur del país, a saber: Nuevo México, Texas, Lousiana, Mississippi. La cosa no acaba aquí, han declarado la guerra a México con este ataque, pues también han lanzado un buen puñado sobre ese país. Mi madre y mi padre se han quedado tan owned que no sabían cómo reaccionar, a estas alturas cualquier cosa es posible. Sigo escribiendo lo que dicen: por lo visto este ataque es una medida de contención decretada por el Jefe del Estado Mayor norteamericano, no el presidente (traducción, el gobierno de los Estados Unidos ha quedado incapacitado para dar órdenes).
Más cosas, a cual más impactante. Se han confirmado transportes marítimos (cruceros, cargueros, petroleros, de todo) cargados hasta las trancas de ciudadanos americanos (estadounidenses, canadienses, sudacas...) llegando día sí y día también. Es la primera vez que se informa de este hecho que lleva sucediendo desde hace varios días (lo sé por Internet). Mi pregunta es, ¿qué hacen con esta gente? Eso sí que no lo dicen, pero si el virus no se transmite por el aire se supone que basta con confirmar los casos positivos y destruirlos... ¿no? No lo sé, pero si han derribado aviones no creo que los barcos se libren... dios mio...


Han pasado dos horas desde las noticias. Ahora están con montones de imágenes en Tokio, Osaka, Kyoto, Nagoya, y criticando las medidas de contención de los servicios sanitarios japoneses por permitir que el virus haya llegado hasta allí. Los japoneses han optado por dar todo lujo de detalles a las agencias, hubiera preferido que no lo hicieran, porque las cosas que estoy viendo hielan a cualquiera la sangre. Y sí, amigos, tal y como se decía y las evidencias anunciaban, el virus perturba el comportamiento de los infectados. Es increíble, hace unos días esto me habría acojonado de tal forma que me habría cagado en los pantalones. Creo que esto me ha endurecido mucho. Pues veamos, estoy aquí en el msn, para variar, pasando vídeos y fotos a la gente y viceversa. ¿Qué he visto? Pues bien... lo que más me ha impactado ha sido un vídeo bastante largo de un reportero en Shibuya (Tokio) cubriendo una estampida de gente seguida de Geos (fuerzas especiales) que disparaban a “otra” multitud de gente arrinconada con furgones. Se ven varios transportes evacuando a los civiles en pleno centro de la ciudad mientras las fuerzas especiales disparan a saco contra... mucha gente, muchísima gente. ¿Qué es esta gente? Son infectados... ¿y cómo son los infectados? Son una plaga, una marabunta hambrienta.... que... no puedo escribir, esperad.