martes, 9 de junio de 2009

6º parte - No tengo lápiz

18 de mayo – tarde

No puedo seguir hablándoos de ayer, me es completamente imposible pasar por alto lo que está sucediendo... ¡joder! Oh dios... joder, joder!!! ¡El sonido de los disparos es tan ensordecedor que me van a estallar los tímpanos! ¡Toda la casa está patas arriba y temblando! ¡Hay... joder, hay como una compañía entera de soldados ahí fuera con un blindado disparando justo en frente de nuestro bloque, por toda la carretera llegan miles de infectados, zombies que vienen de la ciudad en oleadas!
Ocurrió hace un momento, el proyectil de un Leopard español impactó en una de las casas en frente de nosotros... ¡¡Esto es una completa pesadilla!! ¡Las ventanas están rotas, todos estamos tirados en el suelo! ¡Oigo rugidos por todas partes y los militares siguen disparando! ¡Dios! ¡Debe haber muchísima gente infectada ahí fuera! ¡Un momento, un momento! ¡Creo que los soldados han entrado en la parcela! Me incorporo con Diego para acercarme a la ventana de la habitación de Alber... ¡está hecha añicos! ¡Sí! ¡Joder, sí! ¡Están entrando, están entrando militares que disparan reculando, abren fuego contra decenas de infectados que saltan y corren hacia ellos! ¡Se están acumulando un montón de cadáveres! ¡Dios, dios, dios! ¡Pero cuánta sangre, me cago en la puta! ¡Esto es demasiado! ¡No puede estar... oh joder joder...! ¡Acabo de ver un niño infectado al que le han reventando los sesos...! ¡Hay muchísimos más! Un militar ha agotado la munición y...! ¡está llamando a los portales! ¡Dios mío, se están replegando! ¡Oigo como piden ayuda! ¡Están viniendo más infectados! ¡Debe haber más de cien cuerpos en el suelo...! ¿¡Qué barbarie es esta?! ¡Esperad...! Veo algo más... al otro lado llegan refuerzos... ¡Oh mierda! ¡Han atrapado a un soldado! ¡No, a dos! ¡Los están devorando, joder! ¡Los están...! Un momento, acaba de llegar Alber. Dice que han llamado al portal los soldados y que les ha abierto.
¡¡¡MIERDA!!! ¡¡¡MIERDA!!! Han tirado una granada cerca de la pista de padel!! ¡Joder...! Tengo un pitido en los oídos... Hemos caído todos al suelo y ha entrado mucho polvo por la ventana... Intento incorporarme, todo me da vueltas... el sonido se incrementa... A duras penas consigo levantarme y avanzo por el pasillo que da a la puerta de casa.
- ¡Abran! ¡Abran! – se escucha al otro lado. Están aporreando la puerta. Siento que los infectados están en el edificio. Los disparos se han detenido... esperad, tengo... tengo sangre, un hilillo de sangre me baja desde la frente...


Son las seis y... veintitrés de la tarde del 18 de mayo. La madre de Alberto me ha puesto una venda en la cabeza, por lo visto me hice un corte cuando explotó la granada. Han pasado más o menos veinte minutos desde que llegó el ejército pegando tiros a esas cosas, ahora todo está más o menos en calma y los disparos vuelve a estar en la lejanía, sólo que ahora son considerablemente menos, mal presagio. De todas formas, ojalá fuera ese el único sonido... Había otro mucho más aterrador y espeluznante. En la parcela, en la calle, por las escaleras del bloque, oímos los gemidos y rugidos de los infectados. Oficialmente estamos rodeados por el virus, mano a mano... cara a cara. La situación que tantas veces temí, que tantas veces imaginé, por fin ha llegado. Si salía por esa puerta me toparía con unos zombies hambrientos, rápidos y feroces, que me asesinarían al instante. No sabría decir con exactitud cuántos hay ahí fuera, pero calculo que no más de cien. Sólo con echar un vistazo la cantidad de cuerpos en la parcela te haces una idea. Buf... pero qué dantesco, parece una foto del holocausto nazi: decenas de cadáveres bañados en sangre desde la entrada hasta nuestro portal y el de enfrente. Hay algunas cosas que no puedo describir, pero bastará con insinuar los efectos que provocan en un cuerpo humano una granada de fragmentación... ¿verdad? También hay cuerpos de militares muertos, pero lo más acojonante... algunos son infectados... ¡Se han transformado! Las cosas que están sucediendo son tan horripilantes que me están pasando factura. No soy capaz de lamentarme ni de llorar más... agoté todas mis lágrimas anoche. El tanque se ha pirado y no hay más soldados en la calle, sólo veo zombies, aunque son pocos. Caminan entre los cuerpos medio agilipollados. Vistos de lejos parecen inofensivos. Detengo mi mirada en algunas de las armas que los soldados han dejado en el suelo. No estaría mal pillar alguna...

Hablando del rey de Roma, tenemos nuevos inquilinos en casa: el cabo Ramírez y el soldado La Piedra. Sabemos que sus compañeros se han refugiado en varios pisos, incapaces de contener la horda que venía de la ciudad hasta aquí.
Hemos hablado con ellos. Les hemos pedido información y el cabo nos la ha dado encantado en agradecimiento a nuestra hospitalidad:

- Muy mal, la cosa está muy mal... – decía Pablo, Pablo Ramírez.
- ¿Cómo de mal...? – le preguntó Diego.
- Nos desplegaron ayer en Plaza Madrid, tres compañías. Hemos estado retrocediendo calle por calle con muchísimas bajas. El punto de encuentro de la acorazada era el polígono...
- ¿Se estaban retirando? – preguntó la madre de Alberto.
- Así es. Se supone que el Capitán Roque nos está esperando allí con la octava, pero...
- Señor, no deberíamos... – interrumpió el soldado. Entendí sus palabras, un militar no puede desvelar información de ese tipo a un civil.
- ¡Al carajo, La Piedra! ¡Estas personas nos han acogido, que le den por culo a la cadena de mando! ¡¿me oyes?! – replicó el cabo. Éste un hombre de unos treinta y tantos años, con barba y cejas pobladas. Parece el típico soldado bonachón del ejército, se nota que es buena gente. Su equipo es impresionante: nunca había visto a un soldado armado y preparado en combate real. Su arma impone respeto. – Supongo que intuís que esto es información clasificada. Por desgracia, nuestro teniente ha muerto y esos hijos de puta han cortado nuestras líneas.... – el cabo bajó la mirada. – Estamos solos...
- ¿Qué sabe de la infección? – pregunté tajante. Mi espíritu periodístico salió a relucir con exigencia notable. No me apetecía escuchar los lamentos de un pavo con automática. Sabía que el ejército tenía mucha más información que el poder civil, y la quería saber.
- ¿Pueden darme un vaso de agua, antes? Por favor... – la abuela se levantó de golpe. Es una anciana muy hospitalaria. Cuando el cabo terminó de beber, apoyó su arma contra el mueble de fregadero y se acomodó en la silla. Se quitó el casco y desabrochó su chaleco (supongo que ahí lleva la munición). Aquellos segundos de silencio parecían los del inicio de una larga historia, y estaban acompañados por los disparos de la ciudad.
- Sólo soy un simple cabo, no lo sé todo, ¿vale? Pero...
- Por favor, al grano. – corté. Spynk me observó. Todos intuyeron que estaba hasta las narices de cualquiera rodeo, bastante había tenido que soportar en la tele.
- Vale, chico, vale... – el cabo no se enfadó, para mi sorpresa. Conocía de sobra el genio del ejército, pero su respuesta me gratificó. – Se confirmaron casos de gente infectada en España hace bastantes días. – la cara de todos fue un cuadro. – Lo que hayáis podido oír por televisión es falso. El gobierno untó a los medios para no provocar el caos general. – se oyó una explosión lejana. – A lo mejor ya sabéis que China ya tenía el virus mucho antes de lo de Houston, ¿verdad?
- Sí. – respondí con impaciencia.
- Pues bien... llegados a estas alturas es absurdo ocultarlo... – se dijo. El cabo se tocó la frente y suspiró. – En realidad, el virus ha estado por todo el mundo desde el principio. Lo que pasa es que Houston fue la primera en caer en lo que llamamos “PB”. Significa “Plan de exterminio masivo ante una catástrofe biológica”. El protocolo es sencillo: primero se trata de evacuar a los civiles a zonas seguras. – Ramírez levantó un dedo. – Si eso no resulta, dada la rapidez del contagio, se pasa a la contención del virus. – levantó un segundo dedo. - Esto es aislar y exterminar a los sujetos infectados, ya sean animales o personas. En este caso, resulta más que obvio que los infectados deben ser eliminados...
- Y el tercero es el exterminio total... – concluí.
- Algo así, chico. Pero no hablamos de destrucción indiscriminada, las leyes internacionales lo prohíben tajantemente. Si la contención no funciona, el ejército tiene luz verde para “fumigar” las zonas negras. A Grosso modo, misiles tácticos de enorme potencia, pero precisos, destinados a barrer áreas concretas. Estados Unidos fue el primero en utilizar esta táctica en pleno centro de Houston. Ya los usó en Irak y Afganistán. La noticia saltó como un “ataque terrorista”, “escape de gas”, ya lo sabréis.
- Pero entonces, ¿cuándo apareció el virus? ¿cómo?
- Hay rumores que circulan entre la tropa y los oficiales, tampoco nos han dicho mucho. Se cree que la infección pudo venir de África hacia México y, poco después, afectó a Oriente Próximo y China. México fue sin duda el primer país en caer.
- ¿¡Cuándo llegó a España?! – Pregunté. De nuevo se hizo el silencio, sólo roto por los gemidos de los infectados.
- El mando nos alertó de brotes en Valladolid hace cuatro días, más o menos...
- ¿Cuatro días...? – preguntó Spynk. - ¡Eso fue el día catorce! - Aquella era la noticia más flipante que había oído en toda mi vida. Nosotros paseando por el centro de Valladolid hace dos días y la infección ya había llegado. El odio, la rabia sobre mi gobierno y toda la puta esfera social de la alta clase empezó a enervar mi corazón. Coño, jamás me había sentido tan comunista como en esos momentos.
- ¡¿¡Y qué cojones somos los civiles?!? ¡Los trabajadores! ¡¿Puto ganado?! ¡¿Por qué no se dijo nada?! ¡Había gente paseando con su familia en pleno centro de la ciudad! ¡¡Confiaba en su ejército, en su gobierno...!!
- Mira, chaval, ¿querías información no? ¡Pues ya la tienes! ¡Además, se decretó el toque de queda y ordenó que nadie saliera de sus casas!
- ¡¿Por qué no empezasteis a evacuar las ciudades?! ¿¡A qué esperabais?!
- ¡Los brotes eran reducidos! ¡Se pensaba que se podrían contener!
- ¡¡Y UNA MIERDA!! ¿¡Contener a decenas de miles de monstruos?! ¿¡En qué cabeza cabe que no alerte a la población?!
- ¡¡YO SÓLO SOY UN CABO, NIÑO!! – típica respuesta de un militar. Lavándose las manos. Diego me hizo un gesto con la mano para que me calmara, no había que olvidar que ellos estaban armados y nosotros sólo éramos ratones escondidos en la madriguera. Nos ocultábamos de los zombies, mientras que ellos los combatían desde hace días. Me senté a pensar.
- El capitán Roque vendrá con refuerzos desde Palencia. – añadió el soldado que estaba a su lado. – Dicen que han conseguido frenarlos hasta ahora...
- ¿Cómo se mata a un infectado...? – preguntó Xhartas para calmar el ambiente.
- Por lo que sabemos, un sujeto con el virus carece de riego sanguíneo. A efectos médicos, su cuerpo está muerto, pero su mente sigue funcionando a ritmos anormales. Con un disparo en la cabeza es suficiente, pero hay algunos que siguen moviéndose si no se les revienta el cerebro. – explicó La Piedra. La madre de Alberto arrugó la frente asqueada.
- ¿Conocéis la teoría que dice que una madre podría levantar un camión con sus propias manos si viera a su hijo bajo él? – preguntó Ramírez, todos asentimos. – La mente de estos cabrones funciona igual, su cuerpo se mueve a través de impulsos eléctricos de gran potencia procedentes de su cerebro. Aunque no les llegue sangre a la cabeza, éstos continúan moviéndose por una actividad sobre medida del cerebro, movida sólo por el impulso básico de alimentarse.
- ¿Y no se atacan entre ellos? – pregunté.
- Sólo comen carne fresca y sana, al menos hasta ahora.
- ¿Son inteligentes? – preguntó esta vez Diego.
- En absoluto. Atacan todo lo que se mueve sin pensar. No actúan en grupo, no se comunican y carecen de miedo. Son bestias, sin más, no hay otra palabra que lo describa.

Estuvimos como otro cuarto de hora más hablando con los soldados. Otro dato interesante fue que los infectados tienen especial predilección por la carne humana, aunque no dudan en atacar un animal si lo ven. La infección no afecta a éstos últimos, o al menos no se han comprobado casos que así lo confirmen. Después de la charla, los militares se tomaron un pequeño descanso e intentaron dormir. Parece que pretenden sumarse a un batallón en el polígono, por lo que quizás se vayan pronto, pero, ¿cómo se iban a marchar? Los infectados de fuera no parecen tener intenciones de irse, más bien parece que saben que estamos aquí y se mantienen a la espera, quizás no sean tan tontos después de todo.

Pasamos el resto del día recogiendo los cristales rotos y limpiando el polvo de la habitación. En los ratos libres me dediqué a escribir e intentar ver la tele, pero ya ni los canales privados funcionan. Internet aún sigue resistiendo, aunque cada vez nos cuesta más conectarnos. Estuvimos media hora para cargar un vídeo de dos minutos de una cámara casera en Berlín. Muestra a un grupo de supervivientes grabando desde la ventana una plaza infestada de infectados, joder... Mi esperanza poco a poco se va haciendo añicos, es muy probable que no vuelva a ver a mis padres, y más aún tras comprobar que el ejército las está pasando putas para erradicar este problema. ¿Quién nos matará antes? ¿Los infectados o un misil táctico? Ahora en mi cabeza resuena una única palabra: resistir. Otra cosa, no hay noticias de Estados Unidos ni de México ni de ningún país americano. El continente para haber desaparecido de la faz de la Tierra.

El sol empieza a ocultarse, vamos a cenar. El menú está compuesto por un rico sándwich de queso y vasito de agua mineral, ñam ñam. Mi estomago está hambriento, joder...




19 de mayo de 2009.

Son las siete de la tarde y los zombies siguen pululando por aquí abajo y el edificio. He pasado una noche malísima. Es literalmente imposible lograr conciliar el sueño con los gemidos de los infectados. Son tan espeluznantes que le dejan a uno los huevos de corbata. Por cierto, la luz eléctrica empieza a fallar cada vez con más frecuencia. Hemos decidido no encender más el ordenador y utilizar la electricidad para el frigorífico, que hará mucha falta. También hemos preparado cubitos de hielo, muchísimos cubitos de hielo de agua embotellada, para cuando la corriente se vaya por completo: el alimento es lo primero. Ah, y usamos agua en botella porque no nos fiamos ni un pelo de la del grifo. Cualquier cosa que venga del exterior corre peligro de estar infectado, además que tampoco sabemos el estado de las centrales que suministran agua potable, a saber como está eso.
Desayunamos un vaso de leche, aún más pequeño si cabe que el de siempre (debido a que ahora somos más). Hablando de los soldados, he estado con el soldado La Piedra, aunque prefiere que le llame Pepe, y me ha enseñado todo su equipamiento, sobretodo su arma. Es un fusil de asalto G36, de manufacturación alemana para el ejército español (tengo la impresión se haber usado esa arma en el Battlefield Bad Company y Spynk también lo ha reconocido). El soldado nos estuvo explicando un buen rato su funcionamiento, incluso nos dejó cogerla (sorprendentemente no pesa mucho).

- El G36 lleva un sistema óptico de puntería de 1,5 aumentos, muy cómodo, integrado en el asa, una característica que ha "aprendido" del FAMAS y del AUG y que ahora casi todo fusil posee, debido a su practicidad. – el tío nos hablaba como un verdadero fan de las armas y al ver que le prestábamos atención él seguía y seguía. Lo cierto es que me interesaba mucho por varias razones, una de ellas ya os la imaginaréis, aunque suene a fantasmada. - Este vendría siendo el G36E, es el modelo básico.

Por desgracia, la charla fue interrumpida por el cabo. Por lo visto estaba hablando por radio. ¿Habían contactado con sus compañeros? No lo sabemos.

A eso de las dos de la tarde, decidimos echar una ojeada rápida a Internet, más por costumbre que otra cosa. Nos llevó mucho tiempo abrir el buscador de Google, muchísimo. Lo único de lo que nos pudimos enterar, fue del lanzamiento de varios misiles nucleares rusos y chinos... la cosa empezaba a pintar fea por otro frente.

- Ellos nunca lanzarían un ataque nuclear sobre suelo europeo. – nos calmó Ramírez. – En su propia casa, dadas las circunstancias, pueden hacer lo que quieran, pero tranquilos, aquí jamás ocurrirá tal cosa.

Pasó el tiempo. Yo encontré un hobbie de estudio que considero crucial para mi situación. Decidí acercarme a una de las ventanas para observar a los infectados con más detenimiento, y este es mi veredicto:

La persona infectada se mueve como con convulsiones. Sufre de lo que, parece, un problema de coordinación cuando se encuentra en calma. De vez en cuando le dan tics nerviosos en la cabeza y se gira de golpe, mira a los lados, y vuelve a la normalidad. Lo más importante es que reaccionan extraordinariamente a cualquier indicio de movimiento o sonido. Por ejemplo, hace un momento presencié como un trozo de piedra se desprendía del muro de la pistal de padel (debido al impacto de la granada) y los infectados se acercaron rápidamente a ver qué era. Por cierto, creo que me estoy acostumbrando al gore realista, porque las cosas que estoy viendo asomado a la ventana revuelven a cualquier el estómago.
Hay un infectado con medio brazo y parte del pecho devorado (dantesco). Otro tiene la mandíbula desencajada y causa bastante pavor. Por otro lado, hay algunos que no presentan signos de haber sido atacados, pero si te fijas bien tienen un brazo o una pierna lastimados por alguna mordedura.
Por último, tenemos un fenómeno propio de la naturaleza: empieza a oler realmente mal en la parcela por culpa de los cuerpos. Para más INRI, estamos casi primavera y el sol da de lleno a los fallecidos... ya os imaginaréis la cantidad de moscas que hay por aquí. Y eso me ha preocupado mucho, bastante. Si alguna mosca que se cuela en casa y, por alguna razón, ¿nos contagia? Puede sonar hipocondríaco, pero desde que vi “28 días después” (cuando el padre se infecta porque el cuervo deja caer una gota de sangre en su ojo) siempre he pensado que un virus de ese calibre no sólo se propaga por culpa de los infectados.
La madre de Alberto ha comprendido la situación, y hemos decidido bajar las piernas y taparlas con las cortinas, dejando únicamente las rejillas para que pase luz. No sé yo si eso será suficiente. El problema es que me quedo sin vez zombies...

Os habréis dado cuenta de que trato de no pensar en mis padres, en mi familia o amigos (Jacobo, Borja, Cristina, Miguel...) Bueno, prefiero no pensar, ¿sabéis? Pensar es malo. No voy a darle más vueltas, no debo... porque si lo hago... Vale, olvidémoslo.

¿Cosas que se salgan de lo común o que nos hayan asustado? Bueno, hay varias. La primera ocurrió justo antes de comer, una explosión (de otras tantas que ya habré escuchado) lejana, supongo que en la ciudad. Aquello dio pie a una conversación: si no había bomberos, ¿cómo apagarían los incendios? La respuesta fue evidente para todos, no se apagaría... Tras eso, silencio. Creo que todos seguimos pensando en nuestros seres queridos, y el día en que eso no ocurra (y que trato de que así sea) quizás podamos sonreír en medio del fin del mundo por lo afortunados que somos de poder seguir bajo un techo y comiendo pan con lechuga y un trozo de fruta (más bien, trozo de media fruta compartida).
La segunda fue una hora después de comer, mientras bajábamos las cortinas y poníamos grapas para “tapar” completamente las ventanas. Escuchamos golpes en nuestro edificio, probablemente de algún vecino. Todos corrimos a ver lo que pasaba por la mirilla de la puerta, pero los soldados se interpusieron raudos para “protegernos” (se las dieron un poco de chulitos). En nuestro piso no era, debía ser el de abajo porque el sonido provenía de allí. Oíamos claramente los gritos de una mujer que parecía estar huyendo, diablos... ¿había abierto la puerta o qué? Pero entonces nos dimos cuenta. La mujer seguía en la casa y estaba huyendo de algo en su interior, por ese motivo salió de su hogar y acto seguido la atacaron los infectados del edificio.
Los gritos de agonía eran totalmente agonizantes... Escuchar a una mujer, que parecía joven, gritar desesperada mientras unos monstruos la mordían... pidiendo ayuda... pidiendo ayuda... Fue tan fuerte que la madre de Alberto se desmayó y tuvimos que asistirla (y eso que nosotros estábamos en shock). Los soldados nos ayudaron, parece que a ellos ni les afectó, y la tumbamos en el sofá hasta que por fin despertó. Minutos después, Diego de acercó a mí y me pidió hablar a solas, parecía algo serio. Entramos en la habitación y Diego rompió a llorar delante de mí. Yo no hice nada, sólo me quedé allí mirándolo... lloraba y lloraba. Lo que acaba de ocurrir, los gritos de aquella pobre mujer... Habían pasado muchas cosas, pero creedme, escuchar como alguien muere rogando ayuda y sin que nadie la haga caso... ¿os hacéis una idea de lo que se debe sentir cuando escuchas un brutal asesinato y tu te quedas inmóvil por miedo a tu vida? La culpabilidad te desborda, te consume y, en ese momento, piensas... ¿y si fuera yo...?

- ¿Qué vamos a hacer, Cris...? – me preguntó entre sollozos. No contesté, no podía...Sólo era una persona más encerrado en el infierno...

Lo tercero que pasó tiene como protagonista a un coche, mejor dicho, varios coches. Un convoy de vehículos turismo recorriendo a gran velocidad la carretera. Claramente, eran personas lo suficientemente valientes para fugarse, pero no les salió muy bien. Se toparon con un varios infectados que se lanzaron sobre el capó y la luna como kamikazes. En las películas las personas salen volando y el coche sigue intacto, pero el impacto de un cuerpo de 60 a 90 kilos sobre un automóvil a gran velocidad no es algo que un volante pase por algo. Habría que tener los brazos de acero y un vehículo muy resistente para pasar por alto tal acometida, y no era el caso. Dos de los coches atacados perdieron el control y derraparon hasta dar una vuelta de campana. El primero dio incluso varias vueltas (normal, iban a 120 por lo menos) y acabó en el pinar de enfrente, poco visible desde aquí. El tercer y último coche siguió su rumbo y se alejó. En cuanto a los accidentados, en fin... tuve que dejar de mirar en el momento que vi a unos veinte o treinta infectados abalanzarse sobre los conductores (que seguramente se encontraban atrapados ahí.........) Joder......

Bajamos la persiana de nuevo y nos sentamos. Voy a contaros una cosa al respecto de los habitantes de esta casa. Los acontecimientos tan terribles, así como la situación tan desesperada y agobiante, nos está “cambiando”. Alberto, por ejemplo, ya no es tan vivo e infantil... está todo el día serio, callado, y salta borde con casi cualquier cosa. Spynk parece uno de estos niños autistas que de vez en cuando le da por columpiarse sobre sí mismo. Creedme que da mucho miedo y alguna que otra vez le hemos llamado la atención, a lo que responde con un “¿qué...qué?”. Xhartas suele inclinar la cabeza y taparse la cara. Creo que es el más llora de todos nosotros, porque constantemente le vemos limpiarse los ojos. Diego se hace el duro. Intuyo que hoy rompió a llorar conmigo porque no aguantaba más (fue un detalle que lo hiciera conmigo delante, siento que necesitaba a alguien para hacerlo).
Y yo... bueno... me entran ataques de ansiedad y mis uñas están destrozadas de tanto mordérmelas. Me siento cansado, me duele la espalda. Más bien me duele todo, como si estuviese griposo y tengo cambios de humor repentinos, sobretodo cuando escribo...

Está claro que nos vamos a volver locos...

1 comentario:

  1. Me cae bien Ramirez XD, por cierto, una pregunta, por qué ninguno de los de la casa te ha pegado (bueno, al tú del relato), un puñetazo por ser tú el ke sugirió ir al centro y por eso se desencadenó todo?? Y eso, que mola, a ver cuando pones el siguiente!

    ResponderEliminar